Algunas veces soy muy modesto. Hay quien incluso opina que estoy ciego a cualquier forma de grandeza que exista en mi alma. Pero debo decir que hay un evento algo excepcional. Un día acepté ir a una sesión grupal de regresión a vidas pasadas. La experiencia ya llevaba varios minutos y yo no tenía ninguna sensación de estar en una realidad distinta a la que experimentaba en ese salón en Albuquerque . Entonces el guía nos dijo que si no veíamos, sentíamos, olíamos u oímos nada sería bueno mirar hacia abajo y ver los pies. Aquello fue muy inesperado, estaba en un piso de arcilla, había virutas de madera y mis pies estaban limpios y vestían sandalias. Inmediatamente pensé ¡Fui Jesús! ¿A dónde se fue mi modestia?