Recuerdo desde siempre el deseo de vivir en un mundo confiable y donde nadie tuviera que sufrir. He sentido mucha culpa por la pobreza, los Hermanos Maristas, que me educaron la primaria, secundaria y preparatoria, hacían mucho énfasis en nuestro deber de recordar que una nación buena depende de que nos hagamos buenos ciudadanos. Yo estaba seguro de no ser un buen ciudadano y trataba de apagar mi culpa volteando a otro lado. Cuando un amigo me invitó a un multinivel donde yo me haría rico´, ayudando a gente, me sentí muy entusiasmado, había encontrado una manera de hacer dinero, y así no estorbar a nadie pidiéndole dinero y además iba a ayudar a que otros no fueran pobres. No funcionó, no supe hacer este tipo de negocio y además me pareció que más bien era gente haciéndose rica de otra gente no ayudando a gente. La culpa aumentó. Y volví a voltear otro lado. ¿Quiénes, que no sean yo, son culpabl...