Desde la orilla escucho y veo como las palas y picos arrancan a la tierra su piel para dejar un hoyo donde yo pueda caber. “Dios te salve María…” –Lloran las plañideras. El hoyo crece y lágrimas corren por mi rostro. No hay escape, entraré ahí y los insectos empezarán a comerme y de mí ya no quedará nada más que polvo. ¡Que cosa más triste! No poder seguir viviendo. Caeré ahí, caerán sobre mí algunas ofrendas, no creo poder gozarlas… La procesión desde la capilla hasta el lugar que elegí para “el descanso eterno” pareció más larga de lo que fue ¿Sigo sin querer llegar? ¿Sigo queriendo negarme a ver mi fin aún ahora? No sé, pero no lucho. ¿Por qué habría de luchar? Siempre supe que el regalo de la vida tiene fecha de caducidad. No hay plazo que no se cumpla. El hoyo está terminado y voy a entrar desde la orilla hasta al fondo. Estoy en el hoyo. E...
Cuentos, reflexiones y demás