CARLOS AVILA PIZZUTO

Me dicen que deje de comer lo que como, que deje de beber lo que bebo, de fumar lo que fumo, de vestir lo visto, de comprar lo que compro. Me dicen que lo deje porque todo lo que como, bebo, visto y compro es la causa del dolor del planeta. Me dicen que deje lo que ellos han dejado, pero unos han dejado el vino, otros han dejado el refresco, otros han dejado el té y otros el café ¿Debo dejarlo todo? Es que... unos han dejado la carne y otras han dejado el pan... ¿Cuál dejo? ¿Hay unos que han dejado el veganismo y otros que han dejado los lácteos... y todos, todos y cada uno de ellos asegura que su renuncia es la renuncia correcta. Me dicen que deje de ver lo que veo, que deje de leer lo que leo, de visitar los sitios que visito y las redes sociales que uso. Es que la televisión es tóxica, la radio es violenta, el cine es comercial, el teléfono es adictivo, las redes sociales peligrosas... Bueno eso me dicen la tele, la radio, el teléfono y las redes sociales. ¿Debo dejarlas todas...

     Imagino un mundo donde los hombres y las mujeres danzan, en un ir y venir de ella a él y de él a ella. Imagino un mundo en el que, de esa danza, surja una civilización que olvide el o tú o yo, porque en los giros juntos sólo se puede percibir un nosotros. Lo que veo  y pienso     Lo que me invita a escribir esto es mi temor a que las relaciones entre hombres y mujeres sea una relación de guerra.     Podemos leer en redes sociales una actividad de manifestantes que expresan su feminismo de diversas formas, esas manifestaciones con frecuencia aparecen en mi consultorio de psicoterapia,  explicitas o en un subtexto. Hay mucha evidencia de muchas mujeres que siguen denunciando una profunda insatisfacción. De esas manifestaciones yo he aprendido algunas cosas, a decir: Que muchas teorías sobre cómo deben ser la mujeres son desarrolladas por hombres; que mucho de lo que "sabemos" de antropología son descubrimientos hechos por hombres...