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Mostrando entradas de agosto, 2017

Las Nuevas Leyes - Cuentos de Solidona 11

LAS NUEVAS LEYES Cuentos de Solidona 11  (Conoce el cuento 10 de Solidona ) (Conoce los Cuentos de Solidona desde el Principio Cuento 1 de Solidona )     -Les habla Solidona, buenas tardes. - Esa tarde Solidona se veía cansado como si cargara un enorme peso en sus hombros, levantó los brazos, invocó a la Original y continuó. - Y hoy en verdad les digo: La ayuda más provechosa la da quien no se olvida de sí mismo al ayudar. Quien da más de lo que quiere dar terminará sintiéndose despojado y cobrando la ayuda.     Solinde al ser alejada de Solidona, su genuina fuente de amor, transformó su búsqueda de amar en una búsqueda de adoración.         Al conocer a Ordin, encontró la manera de obtener la buscada adoración de sus padres. Cuando el gran Dios del Orden explicó sus leyes, Solinde supo que jamás que había una manera de exigir adoración  sin pedirla.     Logro poner tan nervioso a Ordi...

El Dios Celoso e Iracundo - Cuento de Solidona 10

 El Dios Celoso e Iracundo - 10° Cuento de Solidona   Viene del Soliloquio de Solinde - Cuento de Solidona 9 CONOCE EL CUENTO 1   Les habla Solidona, buenas tardes.     La Ira y el Orgullo evitan que aquello que ha resultado inútil sea reconsiderado. Se los digo esperando que las semillas del conocimiento caigan en tierra fértil.     La Ira encendió a Ordin. Estaba con Timpo y Dista recitando la Oración de la Restricción Absoluta cuando ante Él se aparece una Diosa, en belleza muy superior a Él y a todo lo que Él había visto. Ordin no podía aceptar un sentimiento de aprecio sensual a lo que observaba; tampoco podía reconocer la posibilidad de no ser el Ser perfecto, porque de entrada, la diosa es más perfecta que Él; era imposible para Él, también aceptar que el origen de esa visión pudiera haber sido el mismo que le suyo. Es decir, que Timpo, Dista y aquella que debe ser olvidada hubieran engendrado esa diosa rehaciéndose en el amor. ...

UN ANGELITO

UN ANGELITO Por Carlos Ávila Pizzuto       Rafael y Manuela eran gente devota, amén.       Ellos llevaban un año de casados y, cabe mencionar, nunca antes de conocerse habían tenido una relación sería. Digamos que se encontraron y como bendecidos por el cielo, cayeron en la conclusión de que eran el uno para el otro. Sí, se amaban mucho y morían de ganas de que llegara ese día, el día en que su primer hijo llegó al mundo.     Eran las tres de la tarde de un día soleado en el que el firmamento denotaba una misteriosa profundidad que dejaba intuir un reino de gloria divina allá arriba, amén.    Las contracciones empezaron desde la mañana y llegaron con tiempo a la sala de maternidad del hospital público de una ciudad mediana cercana a su pueblo. Todo marchaba bien, en el camino no hubo contratiempos, los árboles que construyen un túnel por sobre la carretera, sirvieron de guardianes para la pareja, bueno,...