Amor de sol
porCarlos Ávila Pizzuto
Greta recupera el aliento, el sol la envuelve completa con sus amorosos rayos cálidos, a menudo ardientes y siempre fuentes de todo lo que es vida.
Hace un momento salió corriendo y se detuvo a una distancia prudente de la casa, lleva una pistola pequeña en la mano. Ella justo ahora vuelve su vista hacia atrás y mira como Humberto se arrastra como gusano a través de la ventana que da al jardín frontal de su casa.
Creo que el estilo de la construcción de la casa de Humberto es californiano, con un jardín amplio al frente, cubierto de fino césped. Una casa que había sido la única realidad para su propietario desde su nacimiento y cada día de su existencia hasta hoy, el día en que se escurre, sí, como gusano por la ventana hacia el amplio jardín al frente.
Para que pasé lo que está pasando justo ahora, tuvieron que ocurrir muchas cosas que sirvieron como escalera o quizá como vía para llegar al presente. Si lo piensas bien, querido lector, este momento es la desembocadura de una corriente de eventos, algunos elegidos por ti y muchos otros, la gran mayoría, que fueron creación de elecciones de otras personas, de la fortuna o el destino. La historia que les cuento se empezó a forjar hace ya veinte años, que fue cuando Greta llegó a trabajar a casa de Don Humberto, el ahora gusano que está saliendo por la ventana. Él tiene colgando en su estudio un título de ingeniero civil y arrastra, no sin pena, con una discapacidad motriz que lo tenía, hasta hacía pocos minutos, pegado a una silla de ruedas o a una cama que tenían la función, según el momento, de espacio para descanso o espacio para el trabajo que aseguraba hacer.
Greta llegó en aquel entonces dando respuesta a un anuncio en el periódico local que decía algo así:
Se solicita la amable ayuda de una chica dispuesta dar todo su amor y trabajo a un gran hombre afortunado por en lo intelectual y tristemente impedido de sus facultades motrices. ----Interesadas deben traer referencias.----- ------ Sueldo y prestaciones superiores a las de la ley.----- Presentar solicitud Printaform con fotografías. ------ Calle 3 #2, Col. Jardines del Pueblo.------ -----Preguntar por Doña Delfina.-------La joven y menuda Greta sentía que su corazón rebosaba de amor y de ganas de ayudar a un gran hombre en necesidad, así que el anuncio le pareció escrito especialmente para ella y quizá fue de tal forma, porque cuando llegó a la dirección anunciada, no encontró una larga fila de aspirantes.
A Greta le encantaba la película de Mary Poppins y mientras caminaba hacía la casa #2 en la calle 3 imaginaba que haría desaparecer a las aspirantes que se colmaban alrededor de la residencia con un viento mágico y se impondría con ademanes de mucha seguridad como la dueña natural del puesto. En fin, no hizo falta, no había nadie en la puerta en realidad. Ella dudó un instante - ¿Será la dirección correcta? - se pregunto, pero al final se animó a cruzar el jardín frontal cubierto de fino césped y tocó el timbre junto a la puerta.
-¿Asunto?- La grave y potente voz de una mujer aparentemente mayor se escuchó desde atrás de la puerta con esa muy simple pregunta. La voz activó el corazón de Greta como un tambor en una danza africana, recordemos que estaba pidiendo su primer trabajo. Su rostro, de piel casi transparente se ruborizó, dejando ver caminos de venas delgadas y azules, pero si la hubiéramos visto a lo lejos no habríamos notado agitación alguna, porque a sus 18 años sabía adoptar una postura de pequeña soldada que proyectaba enorme seguridad.
Greta no quiso explicar mucho a gritos desde afuera, no le gustaba hacer mucho escándalo aunque, a veces, como a muchas de nosotras, se le escapaba un berrinche que la transformaba en un pequeño monstruo mimado.
-¿Puedo hablar con Doña Delfina sobre el anuncio del periódico? - Con la dulce voz de una chica buena y entusiasta preguntó Greta con suficiente volumen para ser escuchada hasta el otro lado de la puerta y dejando imaginar una niña dulce más que a una joven mujer.
La puerta se abrió, una mujer de un poco más de metro y medio, robusta y de grandes senos que cubrían la totalidad del espacio entre la barbilla y el cinturón, que vestía una filipina blanca, le tendió la mano a Greta y le indicó que la siguiera a través de la sala-comedor hasta un ventanal sin cortinas, al fondo de la casa. Caminando detrás de ella, Greta era testigo de un amplio trasero que era más grande que la espalda y quizá que las piernas; Delfina corrió un mosquitero sobre su riel para conectar la sala con austera decoración de rasgos psicodélicos y modernistas con el patio de atrás. Continuo caminando, ahora por un jardín de fino césped, no tan grande como el frontal y con indicios de descuido, como si la fachada de la casa fuera mucho más importante que el interior. El patio tenía un asador en un rincón, seguro que no había sido usado en años, algo de flores no muy cuidadas en las orillas y aún así césped estaba bien cortado y brillaba como un campo de esmeraldas, si eso existiera. Al final del patio, como es frecuente en ese estilo de casas, hay una habitación de huéspedes que estaba en aquel entonces y está en la actualidad habilitada como sala de enfermeras. Dos catres, un escritorio, dispensario, baño completo y un decorado con pósteres con publicidad de medicamentos y muros blancos que le dieron la impresión a Greta que entraba a un centro de salud pública.
-Siéntate, más tarde si te quedas te presentaré a Mari que está ahora atendiendo al ingeniero. Mari lleva 3 años aquí, ella suponía que iba a poder con todo el trabajo y que hasta me iba volver a mí irrelevante- Delfina soltó una risita fingida y forzada, parece que caminar desde la puerta al escritorio donde está sentada le había quitado el aliento - pero mira que ahora ruega por que le consiga una ayuda apropiada para el titánico trabajo que desempeñamos aquí. Tú te ves relativamente fuerte y sana, quizá un poco blanda de músculos pero con ayuda de Mari vas a poder aprender a pasar al ingeniero de su silla a la cama, de la cama a su silla, de su silla al baño y del baño a su silla las veces que sea necesario. No te inquietes niña, que él no pesa tanto, sus músculos están muy atrofiados, pesa menos que tú y eso que tú ya pesas muy poco. Mari te tomará las medidas para pedirte tres juegos de filipinas y batas para el trabajo, bueno si te quedas, pero estoy segura que te quedarás Mari ha estado rezando por tu llegada y se pondrá tan feliz de verte que no te va a dejar ir nunca. - Las risas que acompañaron esas palabras sonaron aún más exageradas que la otra vez.
Greta estaba un poco paralizada, era mucha información en muy poco tiempo y le distraía mucho que los dientes de Delfina estuvieran tan manchados de un gris verdoso que no le permitía definir si era algo que había comido o ya parte del esmalte. Además era raro que se esperara de ella que quisiera quedarse sin entrevista, pero bueno así era con Mary Poppins. Greta pensaba que debía decir algo importante, interesante, inteligente para obtener el puesto pero no llegaba nada de eso a su mente así que se quedó mirando los dientes de Delfina y cuando se incomodaba, cambiaba la vista a sus enormes senos y cuando se incomodaba trataba de ver sus ojos a través de esos gruesos cristales que llevaba como anteojos. Afortunadamente no duró mucho el silencio porque Mari entró al cuarto dando gritos de alegría.
-¡Eres tú! ¡Eres perfecta! ¡Eres maravillosa! ¡Bienvenida! ¡Te voy a querer muchisimo! - Gritaba Mari mientras daba besos y abrazos a Greta que seguía un poco paralizada y muy halagada.
¿Qué les digo? Pues Greta se quedó con el trabajo. En eso momento aquello parecía motivo de enorme celebración, ahora mientra ella está parada frente la casa, desde la banqueta al otro lado del jardín de fino césped mirando como por fin Don Humberto ha logrado caer de la ventana para desparramarse en el fino césped, ella se pregunta qué habría sido de su vida de nunca haber atendido ese anuncio en el periódico.
Mari le ayudó a Greta a que aprendiera bien el oficio de cuidar a Don Humberto, desde cómo abrazarlo para posicionarlo hacia adelante de la cama para que se acomode la pijama arrugada, hasta cómo cambiar el pañal y darle un baño de esponja. En esas rutinas Don Humberto permanecía casi siempre muy serio y cayado, a los ojos de Greta el señor Humberto era un hombre que solo tenía ojos y voz para los negocios porque estando o no ella en la habitación él no saludaba, comentaba, hablaba nada excepto con su teléfono al que le gritaba instrucciones precisas sobre como engrandecer la fortuna que aparentemente administra.
Por más de dos años, el tiempo pasa volando, Mari siempre estaba presente cuando Greta trabajaba con Don Humberto, más llegó al día en que ella tendría que hacerse cargo de él por sí misma. Ocurrió, si mal no recuerdo, que Mari tuvo que ir al centro de la ciudad a hacer un abominable trámite en alguna horrorosa oficina pública, entonces Greta se presentó sola y muy emocionada a ayudar a su patrón, lo que ella no sabía es que Delfina espiaba desde la ventana cada vez que podía, todo lo que ocurría en el cuarto con Mari, Greta y Don Humberto y es esa ocasión, estaba muy atenta.
-Muy buenos días, -saludo risueña Greta -hoy tendré la responsabilidad y el honor de servirlo sin la ayuda de Mari, espero que no le moleste.
-¿Qué me va a molestar? Si ya tenía mucho tiempo deseando que me dejara en paz esa bruja, se pasa todo el tiempo tratándome como una cosa vieja y fea que tiene que cargar, ya no es como era antes. Hubo un tiempo que me trataba con amor y respeto pero se fue volviendo fría y dura. Debes saber que ha habido veces en que me golpea. Puede parecerte amable pero es porque aún no la conoces, ya irás viendo de qué te hablo hermosa, ella no es amable y dulce como tú. - Si nosotros lo hubiéramos estando viendo hablar, como lo hacia Delfina, notaríamos quizá que al decir estás palabras, Don Humberto movía la lengua como si se estuviera saboreando un postre que se va a comer, pero Greta no percibió eso, al menos a nivel consciente, pero sí sintió una mezcla de ternura, rabia y algo más que no podía definir y que a la vez le gustaba y le incomodaba.
Por varios minutos Greta no supo qué decir, estaba como otras veces enfrentando una situación que se le presentaba por primera vez y como ustedes sabrán, nunca estamos preparados para aquello a lo que no se impone como novedad. Así que hizo su trabajo en silencio y con una sonrisa. A veces, le parecía que Don Humberto hacia movimientos que provocaban un roce "accidental", roce que a ella no le incomodaba, aún así, ella se decía que era accidental, que no significa nada, como si fuera necesario justificar algo o no pensar algo más, es una relación profesional, no personal y algo más está prohibido ¿No?
Desde ese día la relación de Greta con Mari se fue volviendo tensa.
Greta le decía a Mari que no estaba siendo suficiente mente buena ayuda de Don Humberto y a veces Mari lloraba como una niña pequeña cuando se lo decían y le dolía aún más cuando Delfina se unía en la discusión apoyando a Greta.
-Te lo he dicho Mari, desde antes de que llegara Gretita que eres floja, que haces tu trabajo sin pasión, fue por eso que Don Humberto te concedió el que tuviéramos ayuda, pensó que tu pobre desempeño era porque estabas cansada desde que yo ya no podía cargar bien al señor y que necesitas un apoyo. Él supuso que eso iba a mejorar tu desempeño, que tendrías una mejor actitud pero ya vimos que no, no mejoras y él ya está pensando en que te vayas...- Le dijo una tarde Delfina a Mari, justo cuando Greta regresaba del cuarto del señor y pudo escucharlas desde la puerta del jardín. Greta pensó en ese momento en lo feliz que sería si estuviera sola con Don Humberto todo el tiempo y luego se sintió un poco incomoda porque sabía que Mari tiene que ganar dinero porque es la que sostiene a su familia y no debía pensar esas cosas.
Pasaron los meses y cuando Greta atendía a Don Humberto, este le platicaba de las constantes fallas de Mari y sus dramas insoportables. Greta lo escuchaba con ternura y le tomaba la mano cariñosa para demostrarle su lealtad. Parecía que los días de Mari estaban contados en la casa pero el destino jugó sucio y fue Delfina la que se fue primero.
La muerte la sorprendió mientras dormía plácidamente en su propia cama. Don Humberto no fue al funeral, no salia de su casa nunca pero Mari y Greta se tomaron turnos para poder ir ambas al velorio y funeral. Ahí descubrió Greta que Delfina había tenido tres pacientes de muy larga duración y que ya llevaba décadas al servicio de Don Humberto, aparentemente ella había vuelto a sus pacientes su verdadera familia, era como una madre para ellos. Su muerte fue una partida dolorosa para todos y eso pareció unir a Don Humberto con Mari. Ellos conocían tantas historias de Delfina, habían vivido tantas cosas con ella y estaba claro que ambos la amaban más de lo que Greta podía comprender.
Esos fueron meses dolorosos para la joven que moría de celos de ver al señor y a Mari tan unidos.
Es quizá de ustedes sabido que los celos no producen la mejor versión de nosotros mismos y se pueden imaginar que los celos no sacaron la mejor versión de Greta, que usaba cualquier pretexto para quedarse a solas con Don Humberto, decirle cosas coquetas, tomarle el brazo, o rozar su pierna, lucir su busto y si había tiempo, para recordar a su patrón lo ineficiente que puede ser Mari.
Debo de contarles que tomó años de tensión entre ambas, de manipulación entre los tres, de estrés laboral y personal para que finalmente Mari renunciara y que en vez de que se solucionara la vida de de la joven enfermera, se fue para que iniciara el verdadero infierno de Greta.
De alguna forma, en vez de ella volverse en centro de la adoración de Don Humberto, él la empezó a ver como a una Delfina-Mari, las antiguas encargadas de su eterna comodidad y ella se empezó a desesperar de estar a cargo de todo y de escuchar las exigencias interminables de "el invalido ese", como empezó a decirle a Don Humberto en su diario.
Noches oscuras llenas de amor y de odio inflaron las ansias de Greta que empezaba a conocer la compleja relación de un esclavo-amante por su amo-amante. No había hora libre,en la semana, él no aprobaba a las suplentes que ella proponía para sus días de descanso y el agotamiento esperezó a notarse en su rostro y cuerpo, que inició un lento pero constante proceso a marchitarse.
¡Estás fea!
¡Serás tonta!
¡No me toques sirviente venida a más!
¡Eres mía y nadie te va a necesitar como yo!
¡Me da igual que estés cansada, que quieras novio, que tengas sueños, que quieras una vida, que necesites dormir, que te harte la comida que yo como, que quieras tener hijos, que estés muriendo lento!
¿Qué no querías tú que se fuera Mari?¡Ella era el doble de eficiente y profesional que tú!
¡Delfina vuelve y ayúdame está bruta me va a matar!
Eran frases que Greta empezó a escuchar a diario y que se sentían como dardos envenenados lanzados a su corazón.
A veces, mientras ella caminaba por la casa podía ver Don Humberto pasar caminando.
¿Se estaba volviendo loca? Ella podía jurar que en más de una ocasión no lo encontró en su cama y hasta podía haber dado su palabra de que él salia por los noches y llegaba oliendo a tequila, cigarro, perfume y sexo.
Era por aquellos tiempos en que él le dijo a Greta que debía colocar otro anuncio en el periódico solicitando ayuda porque ella ya no era suficientemente entregada, joven y amorosa.
-¡Usted es un maldito mentiroso! - le gritó Greta al fin, el día de hoy, un poco más temprano - me juró que quería amor, entrega y cuidado y eso le he dado cada día desde que que llegué aquí, usted me dijo que era especial, que era única, que me quería y usted solo estaba bebiendo cada día mi devoción como si fuera una droga que ya no le hace efecto ¡Usted quiere más droga! ¡Usted no quiere más amor usted quiere ser un maldito dios al quien se le sacrifiquen vírgenes cada que se consume a la anterior!
Don Humberto que no estaba acostumbrado a oírla decir gran cosa, se sorprendió un poco ante a las expresiones vociferantes de la joven y al recuperarse del impacto simplemente se carcajeó.
-¡Te vas a reír como un maldito loco! - continuó Greta tomando el tuteo por primera vez al dirigirse a Humberto - ¡Eres un manipulador de mierda!¿Caminas verdad?¡Esto es todo un circo tuyo para mantener a las mujeres de tu vida siendo tus estúpidas esclavas!
-¡Ya se te botó el tornillo mi amor! -repuso Don Humberto entre carcajadas.
-¿Mi amor? Por cierto ¿Ya te cagaste? ¿Tienes sed? ¿Ya se mojó tu sabana? ¿Ya cala en la espalda "mi cielo"? Si quieres sigue fingiendo ser un tullido inútil pero conmigo ya no cuentas "mi amor", por cierto desde la mañana ya no funciona el teléfono, se "le rompieron unos cables". Estaré en la cocina, haciendo té por si quieres un tacita.
Don Humberto se seguía riendo, creo yo de manera algo forzada, Greta estaba como dijo en la cocina haciendo té y una hora después él empezó a ser el que gritaba.
Amenazas, ofensas, ruegos, lamentos, amenazas, ofensas, ruegos, lamentos, cortos periodos de silencio, amenazas, ofensas, ruegos, lamentos, ruegos, lamentos, silencio, ruegos, lamentos, amenazas, ruegos, ruegos, ruegos, silencio y después de que el silencio se prologó más tiempo, Greta empezó a escuchar ruidos extraños en la habitación, quizá de cajones, de cosas cayendo, y finalmente un aterrorizarte disparo.
Greta se sobresaltó mucho, dejó caer la taza de té, la tercera en servirse, no le era tan fácil no responder a los ruegos, el té le ayudaba. Tras el estallido se preguntó si no había ido demasiado lejos y Humberto se habría quitado la vida o estaba atentando a la suya. Dudó unos instantes, luego pensó, que podría ver con un espejo qué ocurría en el cuarto de Beto sin tener que entrar y así lo hizo. Él estaba en el piso, podía ver rabia en su rostro, se arrastraba lentamente, ella movió el espejo y notó una pistola a unos dos metros de él. Ella entonces entró en la habitación y tomó la pistola mucho antes que él.
-Quizá es verdad que no caminas Beto ¿Quién te hizo tanto daño?
-¡Una estúpida mujer! ¿Quién más pudo haber hecho tanto daño?
Greta se echo a correr, cruzó el pasillo, el comedor, la cocina y salió al jardín frontal tan rápido como pudo, se detuvo en la acera. Sus respiración estaba agitada, no sabía si estaba haciendo algo malo pero el sol le daba su calor sin considerar si lo merecía o no, él simplemente se le estragaba. Unos minutos después gira su cuerpo para darle frente a la casa y observa como Beto se arrastraba hacía fuera por una ventana, estaba haciendo un esfuerzo muy grande, sus brazos eran más fuertes de lo que él suponía y su horror por quedarse solo era un combustible poderoso que le impulso a lograr lanzarse de la ventana al césped verde como esmeralda.
Sin saber muy bien por qué lo hace Greta le apunta con la pistola.
-¡Ponte de pie maldito cobarde! -grita desde la acera.
Beto levanta la mirada, se empuja con los brazos y recibe la luz y el calor de un sol generoso que se le entrega así, roto, humillado, cagado, meado y vencido. Los rayos son tan fuertes y contundentes que poco a poco empiezan a derretirlo. Greta ve como Beto se está derritiendo y entonces nota que ella estaba cubierta en sudor ¿Se derretía también? Beto es, así de apoco, absorbido por verde césped color esmeralda y justó ahí en instantes, crece una flor.
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Greta se despierta cubierta en sudor. No sabe si ha soñado algo pero tiene le impresión de que fue un sueño largo del que quería despertar. Se lava la cara, es un día horrible al que despierta, su madre se va, ha vivido una pésima relación con su padre y al final hoy se va. Greta estaba en cierto sentido entusiasmada de quedarse sola en casa con papá, seguro sería la consentida, pero por otra parte, su padre siempre le ha parecido en cierto lugar de su semi-inconsciencia un incapacitado para vivir sin mujeres.
CARLOS ÁVILA PIZZUTO
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