Un abrazo al niño que caminó tan solo: El Proceso de Convertirse en Psicoterapeuta (6)
M. Carlos Ávila Pizzuto
Psicoterapeuta
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El Hijo Pródigo - Pedro Cano |
El AbrazoLas personas hablaban de cualquier cosa.A veces, las menos, lo que decían me conmovía.A veces, unas cuantas, lo que decían me interesaba.A veces, la mayoría, me aburría.Estaba escondido en una esquina.Protegiendo la espalda y los flancos.Un espíritu de pronto me encontró y fui poseído.Mi cuerpo se resistía pero no pude evitarlo...Yo también empecé a hablar.Dije que fui un mal niño.Dije que fui una decepción.Dije que lo hice mal.Las personas me oían en silencio.A veces, las menos, miraban al piso.A veces, unas cuantas, se secaban una lágrima.A veces, la mayoría, me mirabany con su corazón decían: te abrazo.
Tengo ganas de compartir mi proceso de irme haciendo psicoterapeuta y no sé, quizá a alguna persona joven que quiera ser psicoterapeuta o una no tan joven pero que igual quiera empezar este camino, mis reflexiones le pueden ayudar. También tengo ganas de ir conociendo las historias de colegas que quieran compartir su camino conmigo y con quienes quieran leernos.
- Como requisito para su especialidad en Orientación Humanista deben cursar algunos talleres intensivos. El primero es un Grupo de Crecimiento, ya verán lo que es cuando estén ahí. - Dijo la Maestra Maroto.
Yo fui al grupo de crecimiento con miedo y fingiendo que no tenía miedo.
El grupo era en la Ciudad de México y yo iba de San Luis Potosí. Me quedé en casa de mi tía Carmela, quien fue la que me impulsó a buscar una formación de terapeuta. La noche anterior me fui de gira de antros por la Ciudad de México con mi primo Mauricio y me gasté casi todo el dinero que llevaba en los "covers" que había que pagar para entrar. Recuerdo que fuimos al menos a tres lugares y a mí me daba pena decirle a Mauricio que ya parara de ir de antro en antro porque se estaba vaciando la cartera. Un lugar estaba en Plaza Loreto, otros dos creo por Interlomas, era 1999. Afortunadamente una compañera de la especialidad, Elisa Infante, pasó por mí en la mañana para ir el grupo porque ya casi no tenía para taxis.
Entrando nos dividieron en dos grupos a Elisa le tocó en el otro grupo, lo lamenté porque como ya éramos amigos, hubiera sido más fácil todo con ella de aliada. Nos sentamos en cojines en un salón sin sillas, se presentaron dos facilitadoras, no recuerdo sus nombres ni las caras de las otras personas en el grupo. Me senté en un rincón y esperaba las instrucciones de las actividades a realizar. No hubo instrucciones, no pasaba nada, la ansiedad me llenaba el cuerpo. Una de las facilitadoras salió por galletas y las dejó en el centro del salón. Algunas compañeras empezaron a especular que aquello se trataba de hacer lo que quisiéramos.
Y recuerdo que alguna mujer empezó a hablar de sus ataques de ansiedad, otra persona de sus relaciones fallidas, otra de sus hijos. Yo en la esquina protegido por las paredes, escuchaba. Estaba seguro de que no quería participar.
Hay una teoría "La teoría modular de la mente", que a muy grandes rasgos dice que la mente no es un organigrama jerárquico donde el "Yo" da instrucciones y la mente obedece, sino que es un sistema complejo de módulos interdependientes. Cada módulo tiene una misión y a veces, la conducta es dirigida por un módulo sin que el "Yo" entienda muy bien porque. A veces, el módulo que busca conexión social (si es que existe) hace que tengamos interacciones sociales que nos sorprenden porque pasa por encima del módulo de la prudencia o de la buena imagen.
Bueno, yo estaba seguro de no querer participar, pero un módulo de mi cerebro decidió hablar y yo no pude detenerlo.
- Me dejaban en la mañana en la escuela y yo, tratando de que nadie me viera me salía por un lado con mi mochila en los hombros y caminaba tan lejos como fuera posible. Mis papás no sabían que había sido expulsado, me moría de miedo de que se enteraran, así que iba por los caminos menos transitados esperando que las 7 am se convirtieran en las 2 pm para poder llegar a mi casa. Lo tuve que hacer cinco días y el fin de semana tenía que encontrar la forma de falsificar un documento para llevar al Instituto Potosino que convenciera a Filiberto López, mi maestro titular, de que había cumplido con mi expulsión en casa y que mis padres lo sabían todo. El castigo fue porque no llevé tres veces la tarea de ciencias naturales y no la llevé porque no tenía los apuntes y no tenía los apuntes porque no entendía nada de lo que estaba anotando. Mi mente vagaba mucho en aquel entonces, en mi primer año de secundaria, un años después de que mis padres se divorciaron. De por sí entré a la secundaria con un regaño y muchas advertencias que me dio el director Marco Antonio Flores Meyer, famoso por sus libros de geometría, por no haber alcanzado el promedio para el "pase automático" de la primaria a la secundaria y tuve que hacer examen de admisión. Era un burro, no hacia la tarea y un cobarde de caminaba solo postergando el momento en que la verdad me delatara y todo el mundo notara lo terrible que era. - Yo hablaba y notaba que me miraban con atención. No podía estar seguro pero me parecía que sus miradas no me acusaban de ser un mal niño lo que le daba impulso a mi voz a seguir hablando de como un amigo me descubrió bajando del carro de mi mamá y escapando de la escuela y me denunció con Filiberto; de como muchos compañeros me dejaron de hablar; de como vi una cara de desilusión en mi madre cuando me descubrió; de como me gane otro visita a la oficina de Marco Antonio Flores Meyer que me dijo que me estaba labrando un destino de delincuente, un destino que lleva a la cárcel.
Esperaba escuchar alguna lección de parte de las facilitadoras o de las compañeras, no ocurrió. Lo que sí ocurrió fue que una de ellas dijo algo así: Te imagine como un niño muy solo y perdido y lo único que puedo pensar es que ojalá pudiera viajar al pasado, buscar a ese niño y darle un fuerte abrazo.
El módulo de mi mente que eligió participar entro en modo reposo y mi mente entera se quedó en silencio. Recuerdo haber estado sintiendo una mezcla de calma y nausea. Así me sentí el resto del día. Al salir en la noche, antes de volver a mi casa en San Luis Potosí escuché decir a una persona que estaba en el otro grupo que les habían dicho que la metodología o falta de ella era obra de Carl Rogers. Y desde ese día Carl Rogers se volvió mi primer gran maestro del mundo de la psicología.
- Compréndelos empáticamente, aprécialos positivamente de forma incondicional, se congruente Carlos y ellos se relajaran tanto que su creatividad natural fluirá, ante ti verás como emerge lo mejor de su persona. - Me dijo Rogers aunque cuando lo conocí ya estaba muerto.
RESUMEN EN VIDEO
ESTA SERIE ESTÁ DEDICADA A
IRVIN YALOM
ANTES SE PÚBLICO ¿PENSAMIETO POSITIVO? DONDE REFLEXIONÉ SOBRE LA SOMBRA QUE PROYECTO SOLO VER LO BUENO
PUEDES VER TAMBIEN EL TEMA 7: EL CUERPO Y LA MÚSICA
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