¿EN SERIO SEGUIMOS HABLANDO DE PERSONAS TÓXICAS? – Carlos Ávila Pizzuto
tomado de dopl3r.com |
Más allá del chiste y la caricatura quiero
compartir el por qué me incomoda que se hable de “personas tóxicas.”
En el lenguaje coloquial se empieza a hablar
de la tóxica y del tóxico para referirse a las parejas u otros con quienes se
tienen relaciones erótico-afectivas (quiza pueden ser amitades y colegas) que hacen escenas de celos. En la terapia
me encuentro que a veces, alguien me dice, me puse de tóxica y le revisé el
celular, yo bien tóxica le hablé mil veces porque no me contestaba y pensaba
mil cosas, me puse de tóxico y le pregunté de sus ex y si aún les hablaba. Lo
mismo al revés, el otro se puso tóxico o de tóxica porque revisó, me exigió, me
hizo escena frente a mis amistades, etc. Bueno, hasta ahí, es una forma de hablar,
una manera de decir que la otra persona expresó sus celos o rabia de una forma poco
aceptable en los parámetros de la relación; pero esa terminología no se queda ahí.
Terapeutas, capacitadores, “coaches”, psicólogos
y conferencistas motivacionales usan ese término como si fuera una etiqueta
objetiva, como si en realidad alguien fuera esencialmente tóxico.
En mi entramiento como orientador en
desarrollo humano leí una vez la palabra tóxico para referirse al participante
de un grupo de desarrollo humano (grupos t, grupos de sensibilización Gestalt,
grupos de encuentro, grupos de terapia humanista) que resulta incómodo en la búsqueda
de crear condiciones de seguridad para que las personas se expresen. Quizá es
alguien que insulta, critica, llega tarde, exige más atención del resto, etc.
Yo entendí a qué se refería el texto, pero igual no me gustó que se clasificara
a una persona como tóxica. Ahora me parece que es una forma de quitarse
responsabilidades de parte de la persona que lleva el grupo (el facilitador o
el terapeuta), es decir, en vez de asumir responsabilidad y decir: con esa persona
no sé cómo logar las condiciones que el grupo requiere, se habla con irresponsabilidad
y se dice: hay un participante tóxico. Ya ni siquiera, un participante
que hace cosas que “intoxican” el ambiente, sino que se etiqueta de tóxico.
Últimamente me he encontrado con cursos y
seminarios para lidiar con “personas difíciles” y “personas tóxicas”. Algunos de
esos cursos son promovidos por motivadores y actores que dan conferencias entre
cómicas y de habilidades sociales muy básicas, pero también me he encontrado a personas
que se presentan como maestros en resolución de conflictos, liderazgo, formación
de equipos de trabajo, gestión de empresas, relaciones industriales, psicólogos,
coaches y terapeutas.
Profesionales: ¡No paramos con la
irresponsabilidad!
Una persona con titulo profesional puede
hacer declaraciones que se convierten en estigmas. No es lo mismo que Juanito
de las Cuerdas diga que Juanita de las Ligas es tóxica a que el “doctor” diga
que Juanita o Juanito SON TÓXICOS. No tardamos en publicar las primeras pruebas
validadas (si es que no las haya ya) para determinar que hay personas objetivamente
tóxicas. Nos estamos volviendo justificadores de discriminación. Se puede
escuchar personas decir: “No discrimino, pero por mi autoestima evito personas
tóxicas, no contrato personas tóxicas, excluyo de ambientes laborales personas
tóxicas, le ‘pongo límites’ porque me abruma su toxicidad.”
Entiendo la violencia como un intento de
resolver un conflicto tratando de desaparecer a uno de los miembros del conflicto.
A veces, buscamos desaparecerlo destruyéndole, desalentándole, quitándole poder,
quitándole posibilidades y a veces, quitándole el estatus de persona, despojándole
del derecho a tener voz, y etiquetar a alguien en el conflicto como persona
tóxica, es quitarle el derecho a expresar su punto de vista, es asumir que
es la causa del conflicto y quien debe ser educado, sometido y terapiado.
Entonces Carlos, ¿nos dices que, si revisa nuestro
teléfono, si llama mil veces, si llora por todo, si quiere controlarnos, si no
cumple sus promesas, si no es optimista, si cela mucho, si se enoja de todo, si
se queja, si grita no es persona tóxica?
Yo, inadecuadamente respondo la pregunta
con pregunta:
¿Qué historias hay detrás del revisar el
teléfono, qué acuerdos rotos hay detrás de las mil llamadas, qué emociones hay
debajo del llanto, qué descontrol ha vivido, qué sufrimientos arrastra, qué
experiencias debilitan su optimismo, qué demanda una relación donde hay celos,
qué necesidades hay debajo de la queja y qué hace falta ser escuchado?
Si estás con alguien que sufre mucho y tú
no sabes cómo amar a una personas en ese estado de sufrimiento, no es tu culpa,
no la ames si no puedes, no la satisfagas si no hay cómo ( muchas personas necesitan
más de lo que alguien en lo individual puede darle), no te quedes con quien no
quieras quedarte pero hazlo por eso, porque no pudiste, porque no supiste cómo,
porque no quisiste y no te despojes de tu incompetencia o falta de voluntad
culpando a la otra persona por ser tóxica o cualquier otro diagnóstico
descontextualizado que se inventen.
Y cómo humanidad, veamos a las personas que sufren como personas que han
sido abusadas, traicionadas, sobre exigidas, engañadas, descuidadas y defraudadas.
Preguntémonos cómo crear espacios para comprender a quien sufre en vez de
culpar a quien sufre de afectar nuestro “derecho” a ser felices; preguntémonos qué
deficiencias sociales tenemos que no podemos convivir con quien sufre; preguntémonos
cómo contribuimos al sufrimiento de aquellos que luego alejamos por “tóxicxs”.
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