-Edgar no puedo concentrarme en nada, no sé qué hacer. Sí me propongo hacer mis tareas, estudiar y todo eso, pero a la mera hora no tengo ganas, ni fuerza, ni nada, sólo quiero hacer otras cosas, quiero descansar, quiero olvidarlo todo, quiero ver la tele, jugar, salir estar con la familia o con mis amigos, pero si me voy con mis amigos, o veo la tele o me meto al "face" me siente súper culpable... Luego en el "whats" no paro de revisar y pues, es horrible me siento muy mala pero tengo como ocho novios en "whats". - Mariana se ríe primero y llora después de hacer su confesión en el consultorio de su terapeuta. Edgar acerca su pañuelo a la jovencita de 13 años. Lo coloca en su mano y no evita tocar su piel, hace mucho que descubrió que las tácticas que le enseñaron en la facultad para pasar el pañuelo sin mirar a los ojos y sin establecer contacto, no le importan gran cosa. No le teme a las emociones de sus pacientes yeso porque no le teme a sus propias emociones. Claro que eso no ha sido fácil, años de supervisión, de terapia personal de estar cientos de grupos le han ayudado a ser más valiente de lo que era cuando empezaba su práctica.
-Mariana hay muchísimas emociones, te agradezco mucho que me las compartas, no es fácil siempre decir cosas que dan vergüenza. -Soy un asco de persona ¿Verdad? ¿Piensas que soy una de esas...?
Edgar se siente algo incomodo con la pregunta, le genera un conflicto de esos que le dan sabor a su trabajo porque el no piensa que ella sea de esas, lo que piensa es que sus padres la tiene muy descuidada, que no la guían, que le exigen resultados sin dar apoyo pero no esta seguro si sea momento de hablar de eso o de cómo abordarlo sin evadir la pregunta. Para él, evadir las preguntas es como pasar el pañuelo sin ver a los ojos y sin hacer contacto con la piel del cliente, técnicas de otras épocas inspiradas en la desconfianza que tiene los maestros en sus alumnos.
Por fin decide una respuesta:
-Mariana, creo que la estás pasando muy mal, que te sientes muy sola, que necesitas quien te cuide, porque aun estás chica y crees que debes saber resolver las cosas como adulta. Al verte pienso en mi a tu edad y en mis hijos y me da mucha ternura, no te juzgo para nada.
-Edgar ¿Por qué dices que estoy sola? tengo mi papás - Mariana se frena, empieza a llorar mucho y aún cuando niega con sus palabras asiente con su cabeza. Luego se anima a continuar. -Mis papás son bueno, me tiene en buena escuela y yo no sé agradecerles y no entiendo por qué pero sí me siento sola.
-Tienes tanto que agradecerles que te da culpa necesitar algo más... ¿Quisieras no sentirte sola y poder hacer todo sola para que ellos no se tuvieran que preocupar por ti? ¿Para que sepan lo mucho que los amas?
-Los amos muchísimo Edgar, muchísimo...
-Lo sé...
Ese día Edgar tiene cita con otros muchacho joven, Rodrigo, y no le sorprende escuchar prácticamente lo mismo que dijo Mariana. Mucha exigencia y poco apoyo. No es lo único que Edgar conoce, también hay mucho apoyo y nada de exigencia pero eso no termina siempre con el o la joven en terapia, más bien con la madre o padre en terapia, ya con la frustración de no poder cumplir con todos los caprichos de sus hijos y de su pareja.
"Espero que Mariana y Rodrigo puedan en algún momento reconocer que no se puede dar lo que no se tiene y que no tienen que poder solos con el mundo. Sería triste que sean ella o él después tiranizados por todos aquellos a los que aman. Ojala me amen a mí y aprendan que pueden amar sin tener que hacer nada para demostrarlo y que sepan que puede ser amada y amado sin pagar ninguna cuota por ese amor. " Escribió Edgar en su Libreta antes de recibir a Teresa.
-¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué mi Jorge no se pone las pilas en la escuela? Ya le conseguí tutor de matemáticas, ciencias y de español y sigue siendo súper flojo. No es tonto porque no es tonto es flojo. - Dice Teresa de su hijo.
-¿Cómo es para ti tener un hijo que no logre resultados?
-¡Me duele! Me siento como la peor de las madres, en el colegio me preguntan si todo está bien en casa ¿Qué les importa? ¡Les pago para que eduquen, no para que me den terapia!
- A mi me pagas para que te de terapia Teresa ¿Te puedo preguntar cómo están las cosas en casa?
- Me siento bien mal porque no siento amor por mi esposo... me distraigo mucho en el "whats" y el "face" para no preocuparme por lo mal que me siento de no quererlo...
Edgar se preguntó si tendrá ocho novios en "whats" y si se siente como "una de esas..."
-Te sientes muy sola y siempre que hablas de tus hijo y sus problemas, hablas sólo de ti o sea: "Yo le conseguí tutor", "me llaman de la escuela", "me preguntan sobre mi casa", "soy la peor de las madres"... Parece que no tienes esposo que comparta la responsabilidad.
-Es mi responsabilidad, es mi hijo.
-También de él.
-Pero es la madre la que se encarga de estás cosas ¿No? y No puedo.- Tere rompe en llanto al decir no puedo y negando con la cabeza sigue. - No puedo, no puedo, no puedo...
-Estás cansada y no puedes con todo.- Le dice Edgar acercándole un pañuelo y poniendo la mano en su hombro.- Admiro tanto que siendo tan autosuficiente te hayas animado a pedir ayuda, ese peso no tienes que llevarlo sola.
-Gracias...
Edgar tuvo una clase con estudiantes de psicoterapia y abordaron el tema del contacto físico. Muchos alumnos temen que sus contactos se interpreten como abusos y Edgar les dijo que muchos terapeutas sí abusan. Que hay quienes buscan en sus clientes aquello que ha sido carencia en su vida. Algunos tocan para gratificarse, otros regañan para llenarse de sensaciones de poder, otros callan para evitar ser rechazados. Pero eso no significa que tocar, regañar o callar este mal, es la intención la que es abusiva.
Antes de cerrar su día, Edgar recibió a Marco, el sólo puede ir a consulta tarde porque trabaja todo el día.
-¿Por qué se deprime a sí mi mujer? Yo le doy todo, yo entrego cada día de mi vida a mi familia. ¿O qué crees que trabajo tanto para mi? Es para ellos... - Marco se toca la cara, se ve cansado y aburrido. - ¿Qué más quiere que haga? Llego a casa muerto y me recibe con mil noticias de lo mal que le va a nuestros hijos en el colegio y yo los regaño pero ella dice que hace falta más ¿Pero qué? Si mi papá me regañaba era suficiente y no lo volvía a hacer ¡No sé que quiere ella que haga con sus hijos!
-Marco estás muy cansado, tenso y quieres complacer a tu esposa y no sabes como ¿Es así?
-Sí
-Lo que aprendiste en tu casa era que el padre regañaba y eso ponía el orden pero ahora no parece suficiente.
-Exacto
-¿Puedo compartir algo que no te y me llamó la atención de cuando hablabas?
-¡Claro para eso vengo!
-Cuando hablaste de los muchachos dijiste : "sus hijos", no nuestros hijos ¿Qué significa eso para ti?
-¿Eso dije? Así le decía mi papá a mi mamá: "tus hijos", me dolía un chingo... Y ahora me duele un chingo haberlo dicho, los extraño... quisiera que también fueran míos en mi corazón, quisiera ser su padre, me siento tan solo...
Cuanta soledad, piensa Edgar mientras se va a su casa a checar el "Face"
Por Psic. Carlos Ávila Pizzuto
PUEDES VER FAMILIA: UN PLATILLO DECONSTRUIDO EN TERAPIA AQUÍ:
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