EL MELANCÓLICO QUE LLEVAS DENTRO
Por Carlos Ávila Pizzuto
Hay una parte de mi que es común a todos y que a algunos les marca el tono de su existencia. Hace seiscientos años se les decía "los hijos de Saturno" (Moore, 1998), a quienes viven en la añoranza de un pasado mejor, y que en el pasado vivían en la misma añoranza. Lo que no está, es siempre mejor que lo que sí está.
Seguramente la vida no ha sido amable con los adoradores de Saturno, han sufrido abandonos, enfermedad, pobreza y maltrato hasta el punto de creer que la vida se niega a darles los motivos suficientes para creer en la esperanza. El simple hecho de que hayan sobrevivido a semejante maltrato ya los vuelve merecedores de algo, muchos no saben de qué, pero están convencidos de merecer "algo" que quienes han vivido fácil, no deberían tener. Encendidos por envidia de quien goza ser grande sin haber sufrido, hacen por mantener pequeños a los que quieren crecer. "Si yo no soy grande con lo que he sufrido, la grandeza de otros es falsa y fingida y se los voy a demostrar"
¿Qué creen merecer?
Quizá sea reconocimiento, quizá sea admiración... pero cuando lo piensan bien dicen: "¿Quién podría reconocer este dolor?, ¿quién podría admirar este sufrir?..." No pueden imaginar que alguien que ha vivido la vida como un jardín de rosas tenga la capacidad de entender semejante trayecto de sobreviviente por los valles más oscuros del alma y del cuerpo.
Ante la ausencia de alguien que comprenda, han llegado a tomar la triste determinación de conformarse con colgarse con la lástima. Como si ante la falta de aprecio genuino por parte del otro a la vida que ha llevado, buscarán provocar en su gente alrededor culpa y lástima por no haberlos valorado. Pienso en quienes se matan de hambre, vomitan, se torturan con ejercicio, se drogan y beben, se deprimen hasta no poder valerse de si mismos, se esfuerzan por mantenerse heridos y así, lograr lamentos de quienes con ellos conviven. "Ya si no me dices 'te amo', mínimo demuéstramelo cargando con mi sufrir, doliendo con mi dolor, perdiendo con mi derrota"; dirían.
Creando castillos de aire con historias de amor y gloria que endulzan su soledad. Imaginan ser estrellas, ser únicos, ser vistos como seres de una calidad distinta. Pueden enfurecerse, estallar emocionalmente contra aquellos personajes de sus fantasías cuando no responden en la vida real como responden en sueños románticos. Acumulan decepciones interpersonales con personas de las que se enamoraron y nunca llegaron a ser tan perfectos como ellos los veían en su delirante enamoramiento.
"Ella es maravillosa, es una diosa más grande que las otras diosas, por eso no está en el cielo, su perfección es envidiada aún entre deidades. Claro que ella lo olvida y se comporta como una estúpida humana a veces... y yo me enfurezco y la insulto, le grito, la humillo por no ser como en realidad es, ya he visto su esencia y es perfecta. Claro, su mayor defecto es haberme amado cuando la he maltratado, se olvida de su dignidad divina. Soy un falso, soy un pobre farsante, soy otro que, como ella, está lejos de su natural perfección... pero la amo y eso debería ser suficiente para ella ¿Quién pudiera amarla como ya la amo que he dejado hasta la dignidad por ella?, ¿qué no ve que me muero sin ella?, ¿cómo puede no amar a quien tanto la ama?. Estúpida, se ha dejado engañar por la vida, si supiera que en realidad ella es, lo que nunca ha sido y que en realidad la he amado como nunca se lo he demostrado... Lo mejor que ha hecho es dejarme, recupera su dignidad;, lo peor que ha hecho es dejar de amarme, no tiene derecho cuando he dado la vida por ella. Te amo tanto ahora que no estás, te desprecié tanto entonces, cuando estabas conmigo..."
Habrá quien se pregunte ¿Cómo es que pueden coexistir tantas incongruencias? Pero un "hijo de Saturno" conoce que la lógica sabe muy poco de las pasiones del corazón.
¿Irracional? Aaron T. Beck, creador de la terapia cognitiva, diría que es pensamiento erróneo cuando se dan valor de realidad a las reacciones emocionales. Como cuando sentimos enojo y damos por hecho que entonces, lo que el otro hizo es malo. Pero no nos engañemos, que no vivamos rindiendo culto a Saturno no significa que no vivimos todos en una realidad subjetiva construida emocionalmente. Todos y todas podemos caer arrastrados por la romántica melancolía. Y en muchos momentos hemos vivido la frustración de que las cosas no son como nunca han sido, ya que el que no sean nunca así, no significa que no sería mejor que fueran como las soñamos.
No amamos como en el cine, no gozamos el romance como en las poesías, no nos movemos como en la danza, no hablamos como en la opera, no vibramos como la música, no nos vemos como las pinturas y no nos sentimos como las esculturas o los edificios. Soñamos mundos perfectos, como Platón, añoramos el mundo de las formas... Por eso los sueños del melancólico son más bellos que la vida.
Eso sí querido "hijo de saturno": el mundo sería más parecido a la belleza de tu mente si en vez de tratar de robar nuestra lástima nos regalas con tu arte, con tu ciencia, con tus palabras y con tus actos una visión hermosa de la realidad.
Si eres muy afecto a la melancolía, quizá esto pueda ayudar a que vivas más en paz:
facebook. com/CentroRe
@carlosavilap
Por Carlos Ávila Pizzuto
"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió" J. Sabina
Hay una parte de mi que es común a todos y que a algunos les marca el tono de su existencia. Hace seiscientos años se les decía "los hijos de Saturno" (Moore, 1998), a quienes viven en la añoranza de un pasado mejor, y que en el pasado vivían en la misma añoranza. Lo que no está, es siempre mejor que lo que sí está.
Seguramente la vida no ha sido amable con los adoradores de Saturno, han sufrido abandonos, enfermedad, pobreza y maltrato hasta el punto de creer que la vida se niega a darles los motivos suficientes para creer en la esperanza. El simple hecho de que hayan sobrevivido a semejante maltrato ya los vuelve merecedores de algo, muchos no saben de qué, pero están convencidos de merecer "algo" que quienes han vivido fácil, no deberían tener. Encendidos por envidia de quien goza ser grande sin haber sufrido, hacen por mantener pequeños a los que quieren crecer. "Si yo no soy grande con lo que he sufrido, la grandeza de otros es falsa y fingida y se los voy a demostrar"
¿Qué creen merecer?
Quizá sea reconocimiento, quizá sea admiración... pero cuando lo piensan bien dicen: "¿Quién podría reconocer este dolor?, ¿quién podría admirar este sufrir?..." No pueden imaginar que alguien que ha vivido la vida como un jardín de rosas tenga la capacidad de entender semejante trayecto de sobreviviente por los valles más oscuros del alma y del cuerpo.
Ante la ausencia de alguien que comprenda, han llegado a tomar la triste determinación de conformarse con colgarse con la lástima. Como si ante la falta de aprecio genuino por parte del otro a la vida que ha llevado, buscarán provocar en su gente alrededor culpa y lástima por no haberlos valorado. Pienso en quienes se matan de hambre, vomitan, se torturan con ejercicio, se drogan y beben, se deprimen hasta no poder valerse de si mismos, se esfuerzan por mantenerse heridos y así, lograr lamentos de quienes con ellos conviven. "Ya si no me dices 'te amo', mínimo demuéstramelo cargando con mi sufrir, doliendo con mi dolor, perdiendo con mi derrota"; dirían.
Creando castillos de aire con historias de amor y gloria que endulzan su soledad. Imaginan ser estrellas, ser únicos, ser vistos como seres de una calidad distinta. Pueden enfurecerse, estallar emocionalmente contra aquellos personajes de sus fantasías cuando no responden en la vida real como responden en sueños románticos. Acumulan decepciones interpersonales con personas de las que se enamoraron y nunca llegaron a ser tan perfectos como ellos los veían en su delirante enamoramiento.
"Ella es maravillosa, es una diosa más grande que las otras diosas, por eso no está en el cielo, su perfección es envidiada aún entre deidades. Claro que ella lo olvida y se comporta como una estúpida humana a veces... y yo me enfurezco y la insulto, le grito, la humillo por no ser como en realidad es, ya he visto su esencia y es perfecta. Claro, su mayor defecto es haberme amado cuando la he maltratado, se olvida de su dignidad divina. Soy un falso, soy un pobre farsante, soy otro que, como ella, está lejos de su natural perfección... pero la amo y eso debería ser suficiente para ella ¿Quién pudiera amarla como ya la amo que he dejado hasta la dignidad por ella?, ¿qué no ve que me muero sin ella?, ¿cómo puede no amar a quien tanto la ama?. Estúpida, se ha dejado engañar por la vida, si supiera que en realidad ella es, lo que nunca ha sido y que en realidad la he amado como nunca se lo he demostrado... Lo mejor que ha hecho es dejarme, recupera su dignidad;, lo peor que ha hecho es dejar de amarme, no tiene derecho cuando he dado la vida por ella. Te amo tanto ahora que no estás, te desprecié tanto entonces, cuando estabas conmigo..."
Habrá quien se pregunte ¿Cómo es que pueden coexistir tantas incongruencias? Pero un "hijo de Saturno" conoce que la lógica sabe muy poco de las pasiones del corazón.
¿Irracional? Aaron T. Beck, creador de la terapia cognitiva, diría que es pensamiento erróneo cuando se dan valor de realidad a las reacciones emocionales. Como cuando sentimos enojo y damos por hecho que entonces, lo que el otro hizo es malo. Pero no nos engañemos, que no vivamos rindiendo culto a Saturno no significa que no vivimos todos en una realidad subjetiva construida emocionalmente. Todos y todas podemos caer arrastrados por la romántica melancolía. Y en muchos momentos hemos vivido la frustración de que las cosas no son como nunca han sido, ya que el que no sean nunca así, no significa que no sería mejor que fueran como las soñamos.
No amamos como en el cine, no gozamos el romance como en las poesías, no nos movemos como en la danza, no hablamos como en la opera, no vibramos como la música, no nos vemos como las pinturas y no nos sentimos como las esculturas o los edificios. Soñamos mundos perfectos, como Platón, añoramos el mundo de las formas... Por eso los sueños del melancólico son más bellos que la vida.
Eso sí querido "hijo de saturno": el mundo sería más parecido a la belleza de tu mente si en vez de tratar de robar nuestra lástima nos regalas con tu arte, con tu ciencia, con tus palabras y con tus actos una visión hermosa de la realidad.
Si eres muy afecto a la melancolía, quizá esto pueda ayudar a que vivas más en paz:
- Cuando te observes culpando al prójimo por el intenso dolor de tu alma, recuerda que aunque sufran contigo, tus carencias seguirán acompañándote.
- Eres responsable de lidiar con las carencias que dejó tu pasado y de satisfacer las necesidades que presenta el ahora.
- Cada vez que te compares con la perfección de las formas platónicas, recuerda que la naturaleza de los sueños es distinta a la de la vida y que distinto no significa menos. Tus sueños son hermosos, quizá más hermosos que la materia pero no por eso la materia es menos perfecta.
- No te dejes convencer por aquellos que te exijan ser normal ni pelees contra ellos, sólo vive en paz con tu estilo desordenado, intenso, apasionado, vibrante, solitario y en momentos, caótico.
- Quejarte no resuelve nada. Si te quejas para cambiar las cosas fracasarás, si te quejas por deporte, entonces llégale a tu vicio.
- Puedes gozar de saber que no eres un conformista pero no te enorgullezcas demasiado, tu sufrir y tu búsqueda de lástima, no hacen mejores mundos.
- No tienes que fingir esperanza y optimismo cuando no las veas, eso te hace ver ridículo.
- Toma las acciones necesarias para que tu vida sea tan hermosa como pueda ser.
- Si quieres una relación maravillosa, disciplínate a no volverte nunca objeto de la lástima de tu amante.
- Honra tus acuerdos, te vuelves poco confiable si los cancelas justificándote en tu tristeza, en tu dolor, en tu enorme sufrimiento. Perder confiabilidad te cierra puertas.
- No te cierres las puertas que pueden darte bienestar.
- Está en ti la posibilidad de pasar de ser un loco a ser un artista, un arquitecto de un destino, un hacedor de un personaje que pase por la vida y sea siempre recordado como un ser extraordinario.
- ¿Qué es eso que mereces por haber vivido una existencia llena de tormento, vacío o carencia? Quizá la paz de comprender que lo que fue, simplemente fue y que te co-constituyó en lo que eres. Hoy estás vivo, eso quizá hable de que aun buscas, quizá lo que mereces es ponerte en la oportunidad de hacerte nuevos y maravillosos recuerdos para el futuro. Quizá no llegues a nada importante, pero quizá y sólo quizá mereces dejar de añorar lástima para levantarte a ti mismo a ti misma y volverte respetable y admirable a tus propios ojos.
Con mucho cariño para mis amigos que viven gran parte de sus días sumergidos en la dolorosa contemplación de su triste historia y deseosos de una vida más llena de sentido, belleza y arte.
Cita: Moore, Thomas. El Cuidado del Alma. Barcelona. Ed. Urano 1998Carlos Ávila Pizzuto
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