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Mostrando entradas de julio, 2016

Casa

   Con la magia que surge de mis manos, he ido construyendo con la luz que me regaló la imaginación una esfera que llamo mi casa. Otros en tono despectivo le dan nombres feos como autismo, refugio o la popular y nada imaginativa idea de: zona de confort. ¿Quién te da derecho a hablar así de mi casa?     En mi casa, hay un jardín donde corren unicornios y beben agua transparente que brota del corazón de un dragón que murió para heredarme su poder.  ¿Tienes un jardín así en tu casa?     En mi casa los libros están ordenados por colores y tamaños. Nada se desordena nunca porque no hay visitas, las visitas desacomodan los libros. En mi casa, las tazas son todas iguales, los platos están brillantes y ninguno está astillado. Dedico mucho tiempo a limpiar y recoger después de comer y trato de comer lo menos posible para evitar el desorden, el desorden lo empieza todo. ¿Me estás juzgando?     Eso pasa, me juzgan por vivir entre ...

La Bella

LA BELLA Por Carlos Ávila Pizzuto    Hagamos un acercamiento a sus pies y escuchemos el repiquetear de sus tacones en el piso de mármol que constituye el pasillo de acceso al bar. Subamos la mirada poco a poco para poder ver la piel morena clara sin una sola evidencia de desarrollo capilar y sin ninguna imperfección aparente en sus tobillos, pantorrillas, rodillas y la mitad de sus muslos, áreas de piel totalmente expuestas al disfrute de nuestra mirada.      Si seguimos y no creo que haya muchos que quieran dejar este recorrido, encontramos el delicado vaivén de la elegante tela que conforma la falda roja tipo evasé hecha con shantung de seda.      Alrededor de la cintura, que ahora centra nuestra atención, encontramos que la falda se encuentra y se interna en una blusa marfil con una rosa estampada, el tallo de la misma arranca cerca de la cintura y como si quisiera llevarnos con los ojos sube hasta el pecho donde inicia el brote de la r...

Atorado

ATORADO Por Carlos Ávila Pizzuto     El Facebook abierto, más de veinte colillas en el cenicero, latas vacías y medio vacías de Coca Cola y un hombre joven evidentemente ansioso en una silla incómoda. Su nombre era Roberto, quizá aún sea ese su nombre, supongo que aún vive, no he sabido de él en meses. Sus padres estaban en su recamara, seguro que discutían sobre él. Lo veían muy perdido, más exactamente lo veían como a un perdedor.    A su madre le hace sentir muy culpable ver que Roberto no trabajaba, no estudiaba, no tenía novia, tenía pocos amigos, no quería ir a terapia y pasaba tanto tiempo en la pantalla su computadora personal. Pensaba que si su hijo terminaba siendo un perdedor absoluto, ella sería una perdedora absoluta como madre.     A su padre le daba vergüenza y no poca, el tipo de hijo que tenía. No se sentía culpable, criar y formar hijos es cosa de la mamá, él había cumplido dando ejemplo de trabajo. El señor no era muy exitoso, de ...