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El Sacrificio de la Muchacha- Cuento

El Sacrificio de la Muchacha 
Por Carlos Ávila Pizzuto


   El Hombre viste un traje azul marino y una corbata amarilla que contrasta con el blanco impecable de su camisa nueva. Los zapatos italianos se manchan a cada paso que da sobre el piso enlodado que da entrada a la cueva a la que se dirige en actitud solemne. Él siente algo de mareo al entrar en la oscura sombra de ese hueco de la tierra oculto de la luz del sol.

   El Hombre se parece a ti, el Hombre se parece a tu novio, a tu padre, a tu hermano, a tu esposo... a tu hijo.

    A unos cien metros ya dentro de la cueva esta se ilumina por las imagines proyectadas por grandes pantallas empotradas en la rocosa pared natural.

    Él hombre camina y ve en una de esas proyecciones a un hombre y una mujer casándose, justo en el momento en que un lazo es colocado alrededor de él la imagen se congela y se hace una cercamiento al rostro de ella sonriente, luego se aleja la imagen y se hace un nuevo acercamiento ahora a la cara de él, su frente esta arrugada, sus ojos muy abiertos y su boca apretada. El Hombre reconoce en ese gesto el miedo a ser atado, aprieta sus puños y exhala un fuerte bufido mientras continua caminando para encontrar la siguiente pantalla.

    La escena muestra al toro de Wall Street siendo enfrentado por la niña y en un ejercicio de efectos visuales y animación, el toro se mueve hacia la niña que intenta correr pero no logra escapar y es atravesada por uno de los pitones del toro que alza la cabeza y camina por la calle mostrando a la niña muerta como un trofeo. Algunas persona corren, unos ejecutivos de traje tomando de un vaso desechable de Starbucks, se ríen de lo ocurrido.

   Las escenas son, algunas, casi cotidianas y otras muy violentas y acompañan todo el trayecto del Hombre que avanza cada vez más adentro de la cueva.

    Un grupo de hombres beben en un bar, las meseras son jovencitas, probablemente menores de edad y muchos las tocan mientras le piden las bebidas y ellas sonríen. Se puede ver un hombre incomodo con lo que está pasando y que esta revisando su teléfono. Otros hombres de la misma mesa le empiezan a gritar al inadaptado. Hasta ese momento ningún video había tenido audio y el paseo había sido en total silencio con excepción del chasquidos de los zapatos del Hombre contra el suelo mojado, pero de pronto se pueden oír fuerte en potentes bocinas, los gritos de los hombres al que ve su celular, ellos le dicen: "¡Puto, ya mándala a la verga!", "¡Te tiene castrado!", "¡Rodeado de tanto coñito y tú chateando con esa perra feminazi!"... 

    En la siguiente pantalla se puede ver al hombre antes incomodo, penetrando con rudeza a una de las meseras del lugar y los otros los filman.

   El andar del Hombre lo lleva aun lugar donde un varón sostiene un puñal. El varón también usa un traje de carácter y lleva puesta una máscara que le cubre el rostro. La máscara representa un demonio y es iluminado por dos antorchas  clavadas en el piso, una a cada lado de él. El Hombre se acerca y se humilla ante el varón.

    - Has venido a la vida para conquistar, para triunfar, para regir, para tomar de la tierra y sus criaturas todo lo que quieras ¿Aceptarás tu destino o serás un perdedor sometido por tus debilidades femeninas? - Pregunta con voz ceremonial el varón al Hombre ante él inclinado.

   -¡Acepto mi destino! - Grita el Hombre

    -¡Así sea! - Se oye en coro.

   El Hombre levanta la mirada y ve que se han encendido más antorchas y hay cientos de varones y algunas mujeres todos en traje de carácter y con máscara dirigiendo su mirada hacia él.

    En el cielo la diosa madre lucha por liberarse de las ataduras que el dios padre ha puesto sobre ella. Él tiene al hijo de ambos encerrado en una jaula. En un principio ambos dioses danzaban tan bien juntos que parecían uno, pero él enfermó de miedo cuando nació su hijo y se lo quitó a ella para protegerlo de todo mal. Ella quería que los tres danzaran juntos tan bien que parecieran uno, pero el padre en su locura la drogó y la ató con poderosas cadenas forjadas en las llamas ardientes del infierno donde vive el demonio que inocula miedo el alma de los dioses y de los hombres.

   El varón le entrega al Hombre el puñal y le hace una señal para que pase al centró de una catedral natural forjada por el agua en las profundidades de la tierra.

    Los otros, con sus antorchas hacen un círculo alrededor del Hombre. Del techo baja por unas cuerdas y poleas una muchacha asustada dentro de un cubo transparente de acrílico. El cubo queda junto a el Hombre, el círculo de los otros los envuelve como si fuera el espectáculo de un circo. Dentro del cubo ella está desnuda y golpea las paredes suplicando clemencia.

   - Has venido a la vida para conquistar, para triunfar, para regir, para tomar de la tierra y sus criaturas todo lo que quieras ¿Aceptarás tu destino o serás un perdedor sometido por tus debilidades femeninas? - Cantan a coro los otros.

  -¡Acepto mi destino! - Grita el Hombre.

   Una puerta del cubo se abre, la mujer intenta escapar por ahí, el hombre la detiene con puñetazo. Ella no se rinde y lanza patadas y golpes, el Hombre está armado y muestra su puñal.

    La diosa madre logra romper una de las cadenas.


    El Hombre tiene una alucinación y ve en la asustada muchacha la mirada de una niña juguetona que él vio un día en el parque cerca de su casa y que le robó una sonrisa nacida de un espacio vivo de su corazón humano. Mientras el Hombre se desorienta con la alucinación, la muchacha logra acertar un golpe en sus testículos y se hecha a correr, los otros no la detienen. Él enfurecido se levanta corriendo tras ella y la alcanza... No más forcejeo, por la espalada le clava el puñal y escucha las voces de sus padres gritando desde dentro: "¡No!" Pero no se detiene, ella cae al piso herida de gravedad. Él la voltea, se quita el pantalón y la penetra con el puñal de su cuerpo y con el puñal de metal en su mano la corta, la mutila y al final la degüella.



   De la herida del cuello escapan espíritus que solo Él puede ver y que entran por su nariz, estos espíritus viajan por su sangre hasta el corazón y del corazón a cada una de sus células. Esos espíritus matan poco a poco la memoria de las células que guardan tiernos recuerdos de amor y compasión.

    El ritual ha concluido, los otros celebran, en el útero natural de esta tierra, nace un nuevo hombre sin alma.

    El Hombre se levanta cubierto de sangre, los espíritus circulan su cuerpo y los otros guardan silencio.

    -He venido a la vida para conquistar, para triunfar, para regir, para tomar de la tierra y sus criaturas todo lo que quiera ¡Acepto mi destino! - Gritó para concluir.

   La diosa madre ha roto otro trozo de la cadena.

   El Hombre camina, debe recorrer el túnel por el que entró y ahora  es el canal de parto de un nuevo ser, el de un desalmado. Las pantallas ahora muestran imagines distintas. En una se ve una mujer llevando flores a una pared llena de cruces y fotos de muchachas; en otra una hombre y una mujer desechos ruegan a las personas que den informes sobre su hija desparecida; en otra un grupo de mujeres realizan un performance cubiertas de sangre falsa; otra muestra a el Hombre cuando era un niño llenó de alma y  en la última, justo antes de salir, aparece una niña jugando en un parque... el Hombre la reconoce, se agacha y toma lodo del piso y lo lanza con odio a la pantalla.



   -He venido a conquistar.- Se repite una y otra vez.

   El Hombre se sube a su auto, tiene que bañarse y volver a su oficina en la administración municipal. En su casa quema su traje y se pone un pantalón caqui y una guayabera. Revisa su celular, su esposa que esta de vacaciones con sus hijos le pregunta que cómo va todo, su amante le manda besos, no contesta a ninguna, solo responde los mensajes del presidente municipal que lo necesita cuanto antes en palacio, quiere saber todo del ritual que él ya había realizado.

   La diosa madre se ha liberado, quiere a su hijo libre y al padre también, él está enfermo de miedo y ella lo sabe, no es su culpa el demonio inocula el miedo en cualquier descuido. El dios padre al verla venir se da cuentas de que es más fuerte de lo esperado y se pone en guardia para luchar.

   - Nuestro hijo necesita que lo abracemos, si no lo hacemos enfermará de miedo como tú elegirá al demonio como su padre en vez de a nosotros, sólo voy a cuidarlo con amor para que sepa crecer valiente y capaz. Prometo no debilitarlo, sé que quieres para él lo mejor. - Dijo la diosa madre calmada y emanando una fuerza que equilibra a la del padre asustado. 

    El padre abre la jaula y madre e hijo se fundieron en un abrazo y al sonido de la música del amor empezaron a danzar tan bien juntos que parecían uno.

    Los dioses no son como los hombres y pueden morir y renacer a voluntad. El dios padre viendo la danza murió y renació, cómo ha hecho tantas veces. En su renacer viene libre de miedo, se conmueve con la danza de la madre y el hijo para al fin unirse a ellos.

   Danzan tan bien justos que se funcionan en un solo ser.

   El Hombre baja de su vehículo y ve frente a él el palacio municipal.

    La fusión de dioses crea un fuerte vibración que sacude la tierra. 

   El palacio municipal se agita como si estuviera hecho de gelatina, el Hombre no puede sostenerse de pie, detrás de él se revienta un tanque de gas y voltea, pero justo al voltear es cuando como piezas de un domino que están formadas para deleitar a espectadores con una reacción en cadena, el palacio municipal se derrumba.

   El veneno de los espíritus que recorren su sangre lo anestesia de su miedo. Se queda observando.

   Minutos después un grupo de jóvenes y viejos, hombres y mujeres, maestros y alumnos, médicos y  pacientes, personas que se parecen a ti, a tu familia, a tus amigos, a tu novio y novio, a tu esposo, a tu esposa o a tus hijos, llegan al lugar y sin consultarlo con nadie empiezan a levantar piedras y buscar sobrevivientes.

   El Hombre busca cómo beneficiarse de aquello, así que corre hacia los escombros y empieza a dar gritos a los espontáneos, pero ellos lo ignoran. Él Hombre se desconcierta. Él Hombre no sabe qué hacer cuando una comunidad danza tan bien junta que parece una.



   Frente a la cueva una mujer que anhela poder, vestida de traje sastre azul, blusa de un blanco impecable y zapatos italianos yace tirada en el lodo, el temblor la derribó antes de entrar a la cueva. Ella trata de levantarse, venia lista para sacrificar a la muchacha y matar con ella su alma humana; pero antes de poder ponerse en pie, los otros salen corriendo como estampida de la cueva que se derrumba con el temblor y sin notarla le pasan por encima, no muere al instante, tiene tiempo para darse cuenta de su huesas rotos y de la sangre que escurre de entre sus labios.

   Muchos no logran salir de la cueva, algunos se aplastan unos a otros tratando de salvar su pellejo, pero no te engañes, el Hombre y otros seres sin alma buscan el momento preciso para conquistarte y tomar de ti lo que ellos quieran.

   
#SomosEllas SomosEllas



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