No han sido pocas las veces en que he sentido mucho enojo contra el padre o madre de un menor que es traído a terapia porque "claramente está muy mal" y necesita ser reparado. Sin embargo lo comprendo, muchas veces los padres nos podemos sentir impotentes ante conductas de nuestros hijos que no comprendemos, que reconocemos como peligrosas o que ponen en riesgo su salud o libertad. Comprendo que lo que se les ocurra es mandarlo reparar y muchas veces padres, hijos y terapeutas podemos encontrar caminos colaborativos para mejorar los vínculos y contribuir al desarrollo de la familia.
Más, mi enojo se vuelve rabia y desprecio cuando los padres pretenden usar la terapia como una nueva forma de someter la voluntad de sus hijos.
Unos padres y madres dicen: "Es que mi hijo llora mucho y no hace la tarea" y luego me entero de que lo golpean, que el padre o la madre toman, que los humillan y los traen a terapia para que les quite lo llorón y para que aprenda a soportar el abuso son quejarse. Otros insisten que sus hijos deben renunciar a sus sueños y quieren que el psicólogo los convenza de renunciar a lo que les da felicidad y sentido: "Es que quiere dedicarse a la filosofía o no se qué y ya le dije que eso es de huevones pero no entiende". Con frecuencia dicen: "Ayudele a entender que lo que hace está mal". ¡Es increíble lo que la gente puede considerar malo!, he conocido quien dice que está mal querer ser artista, ecologista, ingeniero, político, técnico, deportista y hasta médico (para que no se decepcione cuando vea que no puede).
Me llama mucho la atención con cuanta frecuencia refieren al: "No entiende". Para referirse a: "No quiere hacer lo que yo le digo que debe hacer".
Hay padres y madres que lamentan terriblemente que exista quien apoye las búsquedas de los hijos. Yo he perdido popularidad entre padres, cuando apoyo la voluntad de algún menor de estudiar su carrera preferida, de estar con la pareja que aman, de vestirse con la ropa que les gusta, de comer la comida que eligen, de considerar los caminos espirituales que les parecen congruentes.
¿Pero Carlos qué van a saber ellos sobre qué es lo que más les conviene?
Pudiera ser una pregunta legitima de alguien que tenga la vida satisfecha, que tenga una relación de pareja maravillosa, que viva en paz, que trabaje en algo que le llene y le de ingresos suficientes para vivir dignamente, que este libre de culpas legales y existenciales, que sea completamente congruente con su religión, que se alimente exactamente como necesita, que no dependa de ninguna droga para alterar su estado de animo y que forme parte de una generación de humanos que se desarrollen sustentablemente. Si los padres y madres de familia no viven así ¿Qué van a saber ellos sobre qué es lo que más les conviene a sus hijos?
-Pero Carlos, ¡ellos no tienen criterio!
- Mentira.
-Pero Carlos, ¡se pueden equivocar!
- Tú también
-Pero Carlos, ¡hay maneras de hacer las cosas!
- Y esas maneras han originado, guerra, hambre, pobreza y abuso
-¿Y los valores?
-Someter a alguien a tu voluntad no es enseñarle a vivir su vida en congruencia, en amor, en respeto, en dignidad.
No hay justificación alguna. Cuando los padres y las madres no logran tener una relación amorosa con sus hijos, lo que sea que hacen no es formar.
Bueno Carlos, entonces, ¿qué sería una relación amorosa?
Aquella en la que el desarrollo del hijo o la hija sea más importante que los sentimientos carenciales de los padres o madres. Lo explico así:
Tú, padre o madre de familia, creciste en un entrono de amor carencial (del que me hace falta recibir por el hecho de existir) insuficiente, es decir, no recibiste todo el amor que necesitabas y además, se te exigió dar amor a tus padres, eso creó un balance negativo, hay una carencia de amor. Las personas que viven esperando se llene esa carencia, en términos psicológicos, son personas fijadas en estadios del desarrollo egoístas o narcisistas (lo que importa es que yo este bien). Cuando tú te relacionas con tus hijos desde el lugar en el que lo que importa es que tú no sientas miedo, tristeza, vergüenza, soledad, o vacío, estás jugando el juego como si tú fueras el menor que necesita amor y no el adulto que lo da.
¿Qué es dar amor Carlos? ¡No dices nada claro!
Está bien, dar amor es crear las condiciones donde tus hijos puedan entender sus sentimientos y pensamientos como legítimos en suficiencia, es crear las condiciones para que tengan la confianza suficiente para socializar, crear las condiciones para que tengan la esperanza suficiente para creer que pueden vivir suficientemente felices, que tengan los retos suficientes para fortalecerse y que se les permita resolver los problemas en que sus decisiones los meten.
Para que puedan legitimar su vida interna necesitan ser escuchados, para crecer con confianza necesitan observar congruencia en su padre y madre, para tener esperanza necesitan experimentar placer por los resultados de sus esfuerzos, para ser fuertes necesitan ponerse tareas complejas, difíciles y ¡Deseables!, para responsabilizarse necesitan enfrentar dignamente el impacto de sus actos en el mundo.
Humillar, someter, desmoralizar, declarar incompetencia, desesperanzar, actuar incongruentemente, sobreproteger, seducir... no son formas de contribuir a eso.
¿Pues entonces quién pudiera ser un padre que ame, nadie es tan perfecto?
Por eso he dicho: en suficiencia, no puede darse amor todo el tiempo. Y otro cosa, yo sé que actuaremos egoístamente muchas, muchas veces, sé que seremos incongruentes, que intentaremos someter, que humillaremos... pero un padre o una madre suficientemente amoroso dirá: ¡Perdón hijo actué de mala fe, de verdad lo lamento! en vez de decir: ¡Eres un exagerado lo estoy haciendo por tu bien! o ¡me duele más a mi que a ti! o cualquier otra justificación de la violencia.
Quiero invitar a los padres a no enseñar que la violencia es una virtud, ojalá tomes esta nota como una ayuda para reflexionar y no como un mero regaño.
Si te interesa te pido que lo compartas.
Carlos Ávila Pizzuto
Twitter @carlosavilap
#HablandoPaz
Invítanos a hablar de paz Nosotros vamos a tu espacio.
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