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Carta de un Padre a su Pobre Hija

Carta de un Padre a su Pobre Hija
por Carlos Ávila Pizzuto 


Hija:

    Sé que no tendré el valor de mandarte esta carta, la destruiré en el momento mismo en que la termine porque no quiero que sepas la verdad ¡Nunca me perdonarías la verdad!

    Mi vida, siempre te he dicho que no puedes hacer las mismas cosas que tu hermano porque eres mujer y eso te hace diferente, te he dicho que debes entender que estas hecha para otras cosas pero te he mentido, he sido un vil mentiroso... La verdad es otra.

     Te he prohibido estudiar la carrera que tú querías eligir, te dije que te lo prohibía porque no se gana dinero en eso, pero la verdad no sé cuanto se gana en ninguna carrera, te mentí... La verdad es otra.

      Hija te he dicho que sólo serás querida por un hombre si te das a respetar y que por eso no puedes elegir la ropa que prefieres ya que mostrar tus formas de mujer te vuelve menos respetable, provoca que la gente piense mal de ti y crea que puede tratarte como a una cualquiera. Es verdad que no quiero que se vean tus formas pero esa no es la única verdad... La verdad es otra.

      Te he golpeado por llegar tarde, por llegar con aliento alcohólico, por sacar malas calificaciones, por besar a tu novio, por salir a escondidas, por comprar condones y te he dicho que esos golpes los mereces por no darte a respetar, por ser una puta, por arruinar tu futuro como ama de casa, por hacer llorar a tu mamá, por avergonzar a tus hermanos pero, eso no fue la razón por la que te golpee... La verdad es otra.

      He dedicado mi vida a tejer una red que te separe del mundo, que te limite de ser como quieres, que te detenga de ser mujer porque nunca he sabido amar a una mujer, esa es la verdad.

    Supe amar a mi madre  pero nunca la vi como mujer, la veía como una diosa grande, casta y lejana. Estaba seguro de que no era un ser sexual, pero el día, meses después de que murió tu abuelo y ella se buscó novio la dejé de amar, la dejé de ver, la dejé de escuchar. Esa diosa se murió al volverse mujer. No sé amar a las mujeres.

    En la secundaria me gustaba manosear a mis compañeras, me excitaba mucho y cuando ellas no se dejaban las insultaba y hasta a veces las escupía, no es bonito pero es la verdad, las odiaba por tener esos culos y por no dármelos. Y así como a esa edad también tuve novia y siempre quería darle besos y cogérmela, no siempre se dejaba y a ella fue la primera mujer que golpee. Así fue con varias, ya habrás notado que tu mamá esta re fea y así está bien, porque así no la odio tanto, es como si no fuera mujer, es como si fuera sólo esposa. Sabes que nunca le he sido fiel ni nada de eso, siempre ando con viejas putas y que valen tan poco para poder usarlas a placer y luego odiarlas en paz y con asco.

    Pero cuando tu naciste pasó algo bien raro. Te amé como nunca he amado a nada ni a nadie, mi corazón se volvió algo vivo, algo triste, algo lleno, algo herido. No podía dejar de verte, no podía dejar de abrazarte, era como abrazar la más pura esencia del amor y con el amor llegó el miedo hija... Me moría de miedo de que te volvieras una mujer, no sé amar a las mujeres hija, sólo sé desearlas. No podría soportar la idea de que te volvieras esa cosa deseable que terminaría por odiar por no poder tener.

    Me puse una meta, evitaría que te volvieras mujer, no te permitía salir con chicas y chicos para que no descubrieras los juegos que ellos juegan, te prohibiría usar ropa que dejara ver tu cuerpo de mujer para nunca confundirte con una, no te dejaría salir con hombres porque entonces mis celos me haría desearte, no permitiría arreglarte porque fea quizá llegas a ser siempre una hija y nunca una mujer. Cada vez que mi plan fallaba, porque tu voluntad para ser mujer es tan grande, traté de mutilar esa voluntad con golpes, con gritos, con acusaciones esperando que temieras volverte mujer y te quedaras siempre siendo una niña, mi hija, el objeto de todo mi amor.

     Pero hoy entiendo algo, mi miedo a perder el amor por ti me alejo de poder amarte. Maldita trampa del destino. Llevo años en guerra contra ti   por mi amor por ti. Te perdí, te odié de todas formas, te volví otra mujer que no sé amar y hoy mi alma duele como nunca.

    La verdad es que te perdí por cobarde, porque preferí tratar de destruirte que tratar de amar, al fin, a la mujer que emergió de ti.

     Hoy no estás aquí, se ve que eres feliz, se ve que eres mujer, se ve que eres hermosa, se ve que amas y eres amada. No sé, quizá a la distancia pueda aprender poco a poco a volverte en mi mente una mujer que amo y a través de ti volverme un hombre que ve en cada mujer una hija, un tesoro, un milagro de amor.

Con Vergüenza, el cobarde de tu padre.



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#HablandoPaz
#Dignidad
#Psicología
#CentroRe




   

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