Por
Carlos Ávila Pizzuto
Carlos Ávila Pizzuto
Visiones- Entrada al
Blog de la Vida Nueva Por Mariana
Fernández – Colaboradora
Dios me ha dado un don que no todos
comparten. Puedo ver lo que otros piensan con imágenes muy claras. Es como si
el pensar de la gente apareciera ante mí en una pantalla de alta definición.
Les quiero compartir un ejemplo de lo que puedo ver.
Estaba yo en un café con tres de mis mejores
amigas cuando llegó Mónica, una amiga de esas que no podemos llamar mejores
amigas pero que siempre saludamos y a veces invitamos al café. Está vez en
particular, ella no estaba invitada y el encuentro fue casual o más bien obra
de los ángeles. Una de las razones por la que no la tratamos tanto es porque la
consideramos una fanática religiosa. Ella pasa más tiempo con monjas y curas
que con nosotras, sus “queridas amigas laicas”. Para mí en especial es
complicado tener una relación con ella, porque me gusta platicar de mis cuarzos,
de mis clases de yoga, de mi práctica de meditación trascendental, mis ángeles
y de esas cosas que están muy mal vistas entre los católicos conservadores.
En fin, estábamos en nuestra animada conversación
cuando Mónica entró y con su andar rápido y de pasos cortos se acercó a nuestra
mesa lanzando besitos y, como de costumbre, empezó a hablar rápido y sin
esperar respuestas.
-¿Cómo están? Fíjense que vengo nada más un
ratito porque estuve toda la mañana ocupada en el obispado, ya saben, nuestro
padre el Señor Obispo está muy inquieto con la música que están escuchando
nuestros jóvenes y pues él, ya saben, inspirado por el Espíritu Santo ha
comprendido que prohibir no es la mejor opción, sino crear una cultura nueva,
más inspiradora. – Mónica tomó algo de aire y nosotras volteamos a ver como se
nos enfriaba el café y deseábamos que el monologo no durara tanto como olvidar
los temas que estábamos tratando. – Yo, con ayuda de los otros movimientos de
familia cristina que estamos cerca, como laicos comprometidos, del obispado
estamos haciendo un plan para grabar algunos de los bellos himnos de nuestra
iglesia, que inspiran tanto y luego vamos a movernos para que los dueños de las
radiodifusoras las programen. Estamos seguros que el Espíritu Santo va a tocar
sus corazones y lograremos que los jóvenes canten himnos de Dios en vez de esos
cantos horribles que siempre…
En fin, no paraba Mónica, el café estaba
helado, nuestro tema también y ella parecía no acabar nunca hasta que ocurrió
algo digno de ser compartido en este blog. Les cuento, Mónica parecía estar
terminando y dijo:
-Bueno, no pudimos terminar la junta porque
nuestro padre, el Señor Obispo, se tuvo que retirar, entraron a la sala dos
novicios y se lo llevaron a bañar…
Se encendió la pantalla de alta definición
y pude ver las imágenes que se encendieron en el cerebro de cada una de mis
amigas ¿Curiosidad? Pues esto es lo que vi: En el cerebro de Marcelita, que no
podía contener la sonrisa, apareció la imagen de un anciano flacucho, sonriente
y desnudo bajo la ducha mientras dos jovencitos con hábitos cubiertos de un impermeable
sostenían un trapeador cada uno y tallaban con mucha espuma el cuerpo del
anciano que súbitamente empezaba a cantar muy entonado: “Cantando en el baño, me acuerdo mucho de ti…” El rostro de los jóvenes
mostraba muecas y hacían lo posible para mirar hacia otro lado, evitando la gloriosa
erección del venerable anciano. En subtítulos bajo la imagen apareció la
pregunta: “¿Es este uno de los himnos que
el obispo quiere poner en la radio?”
Creo que me sonrojé viendo la imagen pero
no fue nada comparada con la imagen que surgió en Martha.
El escenario era un salón con tina estilo
romano. Muchas columnas blancas con capiteles dorados; alrededor de la tina hay
platones con fruta, pan, jarras y copas con vino tinto. Dentro de la tina un anciano
obeso que usaba una corona de olivos abría la boca para que un joven de buenas
formas dejara caer en su boca un chorro de vino y luego con sus dedos le
colocaba en entre sus dientes, uvas. Mientras el anciano masticaba, el mismo joven
le hacía piojito y masajeaba la calva coronada. Dentro de la tina estaba otro joven
desnudo, igualmente de buenas formas pero este, a diferencia del otro, que es
rubio y lacio es moreno y de cabello crespo. El morenito masajeaba, con la
miraba extasiada, los enormes pies del anciano que volvía a abrir la boca para
recibir más vino.
Sin duda Martha tuvo buen gusto para
elegir a sus novicios… pero he de decir que la imagen que más disfruté fue la
de Maricela.
Los dos jóvenes con elegantes trajes
negros, se acercan a un hombre de mediana edad ataviado con una hábito blanco
sosteniendo un báculo, este patriarca dirigía, hasta ese momento, una sesión en
un elegante salón de juntas que parecía la sala plenaria del senado de la república.
Discretamente, el hombre del báculo se retira tras dirigir una bendición a los
presentes, los dos jóvenes se colocan a los lados y él los envuelve con sus
brazos, una luz que baja del cielo los ilumina y los jóvenes empiezan a
desarrollar enormes alas y levantan al hombre en vuelo, los tres escapan por un
enorme ventanal que antes no estaba. Así ellos vuelan por sobre la ciudad,
cruzan el desierto y llegan a la selva. A lo lejos se ve algo que creo que es
una parvada haciendo hermosas formas en el firmamento pero se acercan más y
puedo ver que es un ejército de ángeles que crean un perímetro de seguridad alrededor
de una bella cascada. Justo sobre la cascada los dos jóvenes alados sostienen
al eminente señor y en un movimiento casi mágico toman el hábito blanco de las
mangas y el hombre ágil se escurre desnudo cayendo hacia el cuerpo de agua turquesa
que es nutrido por la plateada cascada. El ejército de ángeles empieza a cantar
a coro una obra maestra de Mozart y giran para cuidar el perímetro y darle
privacidad al patriarca, mismo que antes de llegar al agua hace un: dos y media
vuelta atrás en B y se clava en perfecta vertical jalando el agua hacia el
fondo donde los peces le hacen una pedicura.
De verdad amé esa imagen y agradecí a los
ángeles que nos regalaran la visita inesperada de Mónica.
Gracias por
leerme y no olviden compartir si les gusto.
M.
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