UNA MUJER EN MARTE - CUENTO
Carlos Ávila Pizzuto
Su vida transcurría, como la de tantas, en
seguir un proceso lineal de manufactura para ser mujer. De un punto al que
sigue, corriendo por un diagrama de flujo lleno de líneas, rombos, círculos,
cuadrados y flechas claramente establecidos para que no se perdiera en un mundo
tan complejo como es el que los humanos creamos en la tierra.
En el primer momento fue nutrida y atendida
medianamente bien, luego se le empezó a empujar a que hiciera las cosas que tocan
para el segundo año, ya sabes, algunas gracias que son fundamentales para que las otras
personas vean que va siendo “normal”, luego el jardín de infantes, luego la
primaria, ya lee, ya suma, ya hace bailables muy bien. Conmueve hasta las
lágrimas con sus giros, sus manualidades y su repetir en coro lindos versos
para su madre. Luego, claro está,
debe pasar a la secundaria. Es más complicado porque debe ser buena, inocente,
pura y no parecer tonta ante sus compañeras y compañeros, pero en fin hay
juegos preestablecidos con cierto grado de hipocresía aceptable que le permiten
cruzar ese punto de la vida terrestre. Entra al mundo humano del maquillaje, la moda, va al catecismo, lee revistas, tiene
su menstruación, hace primera comunión, aprende de la depilación, de los besos,
tiene sus dudas sexuales, y sus dudas existenciales, va a fiestas, hace tareas,
hace un deporte, tiene su cita en el salón de belleza, hace dieta y come
cheetos con salsa valentía, prueba los cigarros, tiene citas, empieza con las
reprobadas y los castigos, escucha su “es tú único deber debes hacerlo bien”, le
hacen sus quince años, ya sabes regalo, viaje, etc. Luego vine el bachillerato
con ensayos, novios, experiencias sexuales, teatro, filosofía y cálculo, extras
curriculares, misiones, congresos, concursos, revistas, gimnasio, desordenes de la
alimentación, etc. Luego elegir carrera sin equivocarse y novio sin
equivocarse… Luego, bueno, aquí seguía novio formal, boda, el matrimonio, los
hijos, formarlos, meterlos al diagrama de flujo, etc. Pero ella tomó una ruta
fuera del diagrama.
Eligió otra cosa y una nave espacial la jaló con su colorido rayo
humani- magnético y la llevó a marte.
Bajó
de la nave y no vio un mapa, todo era diferente. Las personas eran diferentes y
la miraban desde lejos como una extramarciana que era. Caminaba perdida, se
movía perdida, corría perdida. La vida se ve tan diferente en el planeta rojo…
Tendrá
que inventar su propio plan, tendrá que construir su propia vida, tendrá que
hacer su mundo.
¡Miedo!
¡Entusiasmo!
¡Posibilidades!
¡Angustia!
Volvió
a nacer, ojalá sea feliz, ojalá que aquellos marcianos sensibles que entienden
lo que es despertar en un mundo desconocido la vean con amor y si no, pues
ojalá llegue a considerar un privilegio tener una perspectiva del universo que
casi ningún terrícola ha podido
tener.
#CentroRe
Comparte si te gusta
Comentarios