Me han dicho, muchas veces, que no debo
felicitar a las mujeres hoy porque en el día internacional de la mujer no se
celebra nada, se lamentan las condiciones de desigualdad y de injusticia en que
viven la mayoría de las mujeres en el mundo en relación con los hombres.
Entonces, no voy a felicitar a una mujer
por vivir en desigualdad de derechos. Pero en estos días he estado preguntando
sobre historias sobre la vida cotidiana de las mujeres. Las veces en las que
han tenido que soportar acoso, injusticia, diferenciación de género; he notado
en los periódicos que cuando un hombre es asesinado no se menciona si su ropa
era corta o ajustada y sí cuando se trata de una mujer; noté que a Karla
Pontigo la mencionaban seguido en los medios como "la edecán" ¿Era su
actividad laboral temporal, su definición?; a lo largo de mis más de quince
años escuchando historias, he notado que los hombres culpan a las mujeres de
todo lo que le pasa a los hijos como si ellos no formaran parte de la crianza;
he notado que llevan más tiempo siendo comparadas con objetos en la publicidad,
aunque los hombres ya empiezan a ser objetivizados en la tele...
En fin, no es fácil ser mujer y la cultura
lo hace más difícil de lo necesario. Ese trato diferenciado, nos quita a los
hombres el gozo de verlas como compañeras de vida para verlas como como cosas,
como medios para un fin, como seres que deben ganarse el derecho a vivir siendo
de formas muy específicas. Cuando las mujeres gritan por su derecho humano a la
dignidad, nos regalan a los hombres la necesidad de tener que compartir con
ellas la vida, nos enseñan a voltear a vernos y a notar nuestra propia
indignidad. Su grito ayuda a que notemos, los hombres, que hemos sido usados
también como objetos de la maquinaria económica y de guerra; que tenemos que
ser, también, de formas muy específicas para merecer vivir. Cuando una mujer nos pide o
exige ser validada con el cuerpo que tenga, la ropa que use, la preparación que
sea que pueda alcanzar, la edad que esté cursando... Nos está enseñando a
madurar, a ser más inteligentes, más hábiles socialmente y más amorosos.
Con frecuencia digo que si hay un esclavo
debe haber un hombre que parece libre que deba cuidar la cadena que esclaviza.
El ser "libre" es esclavo de aquello que esclaviza. Decía Abraham
Lincon: "Dando libertad a los esclavos la aseguramos a los libres."
Si limitamos, no los hombres sino la cultura, a las mujeres de ser como necesitan y
pueden ser, todos estaremos esclavizados por ese supervisar y controlar. Cada
vez que una mujer se asume capaz de ser algo que culturalmente tiene prohibido,
no solo se libera ella, nos libera a todos un poco. La lucha por la libertad de
la mujer, del joven, del niño, del esclavo, del obrero, de los pueblos, es la
lucha de la libertad de todos y de todas. Entiendo que no es día de felicitar,
aunque me dan ganas de felicitarlas por vivir y ser en un mundo que limita
tanto, pero supongo que es buen día para agradecer. Gracias por enseñarnos a
todos y a todas a ser más libres, a reinventarnos a dignificarnos.
¡Muchas gracias!
EN MEMORIA DE SAMANTHA JOCELYN (1995-2016) "Mujer y estudiante de medicina"
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