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LA VERGÜENZA, FIEL ALIADA DEL ABUSO SEXUAL - Artículo

LA VERGÜENZA, FIEL ALIADA DEL ABUSO SEXUAL


Por Mtro. CARLOS ÁVILA PIZZUTO


        Introducción: 

    En este trabajo trato de hacer una relación entre una cultura que domina a la humanidad, a decir, la cultura de la jerarquía que se ha llamado también patriarcal o cultura de guerra, por un lado y el abuso sexual, por el otro. Así como a la denegación de la que son objeto las personas que han sufrido el abuso. Se revisa que el sentimiento de vergüenza es un instrumento del que se vale dicha cultura para sostener una estabilidad o Paz Negativa promoviendo silencio, evitación y ocultamiento de los abusos. Esto conlleva una falsa percepción de que las cosas se resuelven cuando no son enfrentadas y se esconden. Las familias, escuelas, empresas y vecindarios se unen para negar los abusos y cuidarse de la vergüenza que representaría que uno o más de sus miembros sea un abusador sexual y uno o más de sus miembros un abusado sexual.

        Palabras Clave:

    Abuso, sexual, paz, cultura, vergüenza, patriarcal.

Introduction

    In this work I try to make a relationship between a culture that dominates humanity, to say, the culture of hierarchy that has also been called patriarchal or culture of war, on the one hand and sexual abuse, on the other. As well as to the denial of which the people who have suffered the abuse are subject. It is reviewed that the feeling of shame is an instrument that this culture uses to sustain a stability or Negative Peace promoting silence, avoidance and concealment of the abuses. This leads to a false perception that things are resolved when they are not confronted and hidden. Families, schools, businesses and neighborhoods come together to deny abuse and take care of the shame that one or more of its members would be a sexual predator and one or more of its members a sexually abused.

Key Words:

    Abuse, sexual, peace, culture, shame, patriarchal.

Marco Teórico:

a.      La Paz Negativa:

     Tenemos referencias históricas que nos hacen suponer que desde que la humanidad tuvo que enfrentar las sequías que siguieron a las inundaciones de la post glaciación se inició un proceso de desarrollo urbano que conlleva a la necesidad de orden y seguridad de los asentamientos humanos. Para resolver esas nacientes necesidades se desarrolló una estructura jerárquica que tendría como misión la evitación del conflicto mediante la fuerza y el liderazgo de hombres sabios que con el paso del tiempo se enamoraron de su poder y los privilegios que este poder les daba (Naranjo, 2004)

    Posiblemente por motivos relacionados a la gestación y la crianza, las funciones relativas al orden, la seguridad, la defensa, la guerra, la supresión del conflicto fueron volviéndose funciones del varón y al llevarse esto al entorno familiar del padre.  El orden y la seguridad de la familia se organizó en forma similar y se aceptó que el padre fuera el jerarca mayor en el orden familiar. Al pasar el tiempo se fue asumiendo que las funciones de paternaje (seguridad, proveer, competir, luchar, guerrear, imponer, someter, etc.) eran más valiosas que las del maternaje (relaciones afectuosas, gestación, amamantar, el útero emocional para los recién nacidos, las acciones coordinadas y conversadas, etc.) (Ávila, 2017).

     Así es como se fue constituyendo una cultura que se apoya en exceso en un solo pie, el del orden jerárquico dejando de un lado el aspecto de socializar, conversar, construir vínculos afectivos, cuidar la ternura y la comprensión.

     Durante el Imperio Romano se acuño el termino Pax Romana, que hace referencia a la idea de que si todo el mundo se somete a las leyes y principios del imperio habrá paz. Así se impuso la idea de que la paz es la aceptación impuesta del poder de una jerarquía fundamentada en el uso de la fuerza. Si todos aceptamos la ley impuesta hay paz. Johan Galtung en el siglo XX reconoce que el concepto que tenemos de paz es la de ausencia de conflicto manifiesto y el de la aceptación de un orden impuesto aun cuando este no sea justo ni equitativo (Mena Lima, 2002).

    Galtung llama Paz Negativa a esa que se fundamenta en la ausencia de conflicto manifiesto o de violencia directa pero que se sostiene por en el uso de una violencia estructural. Que se entiende como un orden en el que las instituciones sociales buscan el sometimiento del individuo a la cultura de guerra y que usan la fuerza para someter a aquellos que manifiestan insatisfacción con el orden dominante (Ávila, 2017) (Galtung, 1985).

   En resumen, la humanidad ha construido una cultura donde existir (Ser con todo lo que estoy siendo) es sancionado y ha creado estructuras que conservan el orden a partir de silenciar la voz del que denuncia la injusticia dentro de ese orden. Por ejemplo, cuando los jóvenes se organizan para denunciar estructuras de abuso escolar, laboral o sexual; la cultura reacciona llamándolos rebeldes, manipulados, flojos, inocentes, ignorantes o peores cosas, para desactivar la denuncia y dejar en silencio las injusticias reales que alimentan la denuncia.

    Foucault, ha señalado que ya no hace falta quemar brujas, torturar herejes u oprimir con balas la protesta porque las estructuras sirven como supervisoras del comportamiento y han logrado introyectar el castigo con sentimientos de culpa y vergüenza desde la imposición de una verdad creada que se nos ha ido alimentando con discursos repetidos y reforzados con recompensa social. Se ha ido conquistando la mente de todas las personas con la idea de que las jerarquías, la riqueza, los privilegios, la pobreza, los roles de género, la guerra, la violencia, el abuso y la necesidad de un patriarca que nos proteja son cosas dadas por la naturaleza cuando son construidas a través de las historias (Giraldo, 2006) (Ávila, 2017).

    Digamos que hemos llegado a creer que aceptar el estado de las cosas es contribuir a la paz y querer transformar el estado de las cosas es contribuir a la desestabilidad y a la violencia. Nos sentimos avergonzados y culpables cuando nos vivimos insatisfechos y esas emociones nos invitan a volver al convenio cultural de sometimiento a la jerarquía reinante.

    Galtung entonces dice que hace falta otro concepto de paz distinta al de Paz Negativa y llama Paz Positiva a una en la que no se busca evitar el conflicto sino reconocer el conflicto como algo que surge de manera inevitable en la interacción entre personas o grupos por el simple hecho de compartir un mismo espacio vital y tener necesidades que todas las personas requieren satisfacer. La paz positiva no se define como una ausencia de conflicto sino como un espacio social donde nadie está exento de la justicia y de la posibilidad de satisfacer sus necesidades en suficiencia (Op. Cit.).

    Por ejemplo, en una escuela donde nadie se queja, protesta, se rebela, sabotea, comete actos de vandalismo o acoso entre pares no porque estén todos felices sino porque cada que hay un acto de ese estilo se castiga con humillaciones, expulsiones, sanciones en las calificaciones, ley de hielo, etcétera, se habla de una escuela en Paz Negativa. No aparece el conflicto evidente pero los estudiantes no necesariamente están satisfechos y aprendiendo. Si en una escuela se enfrentan las infracciones de la comunidad escolar mediante espacio de dialogo y se buscan maneras para que toda la comunidad este considerada y suficientemente satisfecha mediante negociaciones y procesos de desarrollo comunitario, se habla de una Paz Positiva.

    Si en una familia un hermano abusar sexualmente de su hermana menor y los padres reaccionan negando el asunto, culpando a la niña, excluyendo al hijo (muerto el perro se acabó la rabia), silenciando a las partes, promoviendo un perdón pronto, lo que está buscando la familia es una Paz Negativa. Enterrar el motivo de conflicto para seguir “como si nada”. Sin embargo, eso implica negarle la voz, la verdad y hasta las posibilidades de restauración a las partes.

b.      El Trauma desde una Perspectiva Existencial

                                                              i.      Trauma Existencial

    En una cultura que busca un sometimiento a un orden para evitar el conflicto es de por sí difícil Ser. Desde una perspectiva existencial es posible dejar de Ser para pertenecer, a decir de Heidegger solo somos cuando nos manifestamos en el lenguaje (Heidegger, 2006). Olvidar anhelos, creencias, valores, intenciones que hacen sentido se difuminan en la uniformidad de una vida regida por el orden dominante. Darnos la oportunidad de emerger como individuos notables evidencia diferencias y conflictos. Mia Leijssen (Leijssen, 2017) dice que podemos llamar trauma existencial a la incapacidad de manifestar nuestra individualidad y que ese trauma manifiesta síntomas como ansiedad intensa y depresión; algo como lo que Víctor Frankl llama neurosis noógena o neurosis de no ser plenamente humano (Frankl, 2011).

                                                            ii.      El Quiebre

    En nuestra relacionalidad (nuestro vivir relacionándonos con la vida, los otros, nuestras reflexiones y motivos) vamos constituyendo una visión de mundo. Mientras la experiencia no friccione esa visión de mundo nos sentimos en casa como si transitáramos de forma transparente por la vida, pero la experiencia nos regala momentos de fricción que nos sacan de casa colocándonos en estados de profunda vulnerabilidad (Echeverría, 1994) (Spinelli, 2013) (Ávila, 2017).

    ¿Entonces el mundo no es como yo lo suponía?, ¿cómo es entonces?, ¿cómo puedo vivir en un mundo tan incierto e impredecible?, ¿cuál es entonces el sentido de todo? Pueden ser preguntas que nos hagan imaginar el sentir de aquellos que han experimentado un quiebre.

    Desde una explicación biológica y sistémica Humberto Maturana y Francisco Varela han demostrado que no vivimos en el mundo como es, sino en una construcción que hacemos del mundo. Si el territorio deja de corresponder con el mapa entramos en un momento que nos confronta a aprender, a usar nuestra inteligencia o nuestra capacidad de interactuar con la realidad a ciegas tratando de aprender a construir un mapa nuevo que se ajuste mejor al mundo. Para conseguirlo se vuelve necesaria la humildad de reconocernos como, no sabedores de la Verdad del universo, sino como aprendices sobre cómo vivir en él (Varela, 1996) (Maturana, 1990). Carl Rogers desde la psicología humanista explicaba algo similar y decía que si encontrábamos incongruencia entre la experiencia y el Self (Nuestra visión de nosotros mismos) podríamos recuperarla si encontramos un entorno seguro para reflexionar sobre lo que nos está pasando acompañado de otro que nos comprenda con toda nuestra incongruencia (Rogers, 1985).

    Kierkegaard explicaba que el trauma nos coloca en la disyuntiva de elegir entre la existencia o la muerte. El acto valiente es el de reconocer que podemos trascender el trauma y el acto cobarde es el de preferir morir. Pero el morir no es necesariamente un suicido es quizá, un dejar de arriesgar. Nietzsche también hace referencia de cómo la tragedia puede hacernos fuertes o débiles, débiles si la vivimos como víctimas y fuertes como alumnos de un maestro que nos enseña nuestro potencial (Ávila, 2017).

   ¿Nos atrevemos vivir después del trauma? O ¿Trataremos de encerrarnos en la mente para no tener que ajustar nuestra visión de mundo a uno más amplio del que creíamos?

  Parece que se puede recuperar y ampliar las posibilidades de bienestar después de un trauma si nos arriesgamos a reconocer que lo que sabíamos no era una verdad absoluta y no nos aferramos a una visión de mundo que ya no se ajusta a la experiencia.

   Después de un abuso sexual la visión de mundo se ve afectada, salimos de casa y divagamos en una realidad alejada de lo que antes parecía posible. La cultura dominante tarará de dar explicaciones al abuso porque buscará conservarse como funcional. Si la cultura dice que las jerarquías mantienen nuestra seguridad y orden; y los castigos corresponden a quienes escapan a ese orden ¿Entonces el abuso te corresponde de alguna forma?

   ¿Por eso tendemos preguntarnos por el qué hizo la víctima para merecer tan cruento evento a su integridad? Con pensamientos que nos ayuden a explicar cómo se ganó el abuso ¿Qué ropa llevaba?, ¿quién le acompañaba?, ¿en qué rumbo andaba? Quizá si pensamos así es porque queremos conservar nuestra visión de un mundo seguro y ordenado lleno de certeza para quien se mueve dentro de las leyes de la cultura dominante.

    Quien ha vivido una experiencia que lo ha sacado de casa, reconoce o podría reconocer que lo que se ha conocido como la Verdad, no lo es. Se vuelve alguien que es empujado a dudar del discurso dominante y por tanto a existir en conciencia de su soledad existencial (Soy único y por tanto incomprensible desde los marcos de referencia de los otros). Que alguien se sienta solo lanza el riesgo de que todos en su entorno se confronten con esa misma soledad, esa distancia enorme entre yo y tú. ¿Será por eso por lo que el entorno social trata de empujar a la victima de vuelta a la normalidad y a las reglas seguras y conocidas de la cultura dominante?

c.      La Vida Después del Trauma
   
    Un evento traumático se puede definir así:

    …para que un evento sea traumático, la persona que lo sufre tiene la percepción de que hay riesgo para la vida o la integridad del cuerpo; se siente terror y desesperanza; la capacidad de la persona o el grupo de personas para lidiar con lo ocurrido es rebasada; se experimenta la pérdida de control; y/o la persona o el grupo que lo sufre se cuestiona el sentido o el significado de la vida (Yoder, 2005).

      Así que después de la experiencia traumática se generan necesidades de seguridad, orden, claridad, sentido y justicia. Creo que es valido decir que la persona experimenta la creencia de que el sistema social le ha fallado.  El cuento de la seguridad para quienes asuman el contrato de la Paz Negativa pierde credibilidad para ellos y para quienes están cerca.
     Después del abuso sexual, además de los efectos anteriores viene una desconfianza en la propia sexualidad que se puede volver muy inhibida o muy hiperactiva.
            
d.      Denegación del Trauma

      Una leyenda que ha rondado la cultura judeo-cristiana es la de Lilith, la hembra de Adán que era igual a él y por la que Adán pidió a Dios que le hiciera una mujer hecha de su carne para poder tratar como una propiedad.  Lilith se niega a obedecer y Adán se declara incapaz de lidiar con pares, sólo sabe lidiar con esclavos, Lilith es expulsada del paraíso porque después de negarse a tener relaciones estando abajo, se molestó y maldijo (Cervera, 2015). Dios hace a Eva de la costilla de Adán, la hace carne de su carne (propiedad) y Lilith que va vagando sola por el mundo fue pareja sexual de demonios siendo conocida como la madre de los vampiros y otros seres diabólicos.

    Tras un abuso sexual, se activa en la cultura la leyenda de Lilith, en el caso de que el abuso sea a mujeres, y se tiende a pensar que si ella hubiera sido sumisa y obediente no habría sido víctima de demonios provocando vergüenza en la víctima y en la familia que sabe que la persona abusada será señalada de culpable por el abuso que recibió.

     Y si el abusado es varón se pone en riesgo su orientación sexual en una cultura que aún espera que todas las personas nos ajustemos a criterios de normalidad cultural para evitar el conflicto. La vergüenza de ser cuestionado en la sexualidad no solo afecta a la víctima sino a la familia y cercanos que preferirán que eso no se vuelva público.

     Las instituciones que a decir de Foucault sirven a la conservación del sistema y no al beneficio de las personas (Ávila, 2017); tienden a lanzar culpas sobres las víctimas de abuso y así conseguir el silencio y la conservación de un orden basado en denegar la insatisfacción de los miembros de la comunidad. Cito a   Alicia Leal Puerta, citada por Lydia Cacho en “Los Demonios del Edén”:

    En México, a las mujeres que denuncian les queda claro que ministerio público no les cree, que no es su defensor y que está a favor del agresor. Estás actitudes producen un ciclo de revictimización de la denunciante y siente mucho temor porque siente que no se valora la injusticia que se cometió en su contra. El estado promueve la denuncia del delito y luego maltrata a la víctima (Cacho, 2006).

    No es raro que incluso terapeutas, maestros, líderes espirituales, tutores y demás no sean conscientes de que están entrenados por instituciones que buscan la Paz Negativa y tiendan a negar la validez de la experiencia de las víctimas.

    The Canadian Resourse Center for Victims of Crime invita las personas con labores en la rama judicial a ser conscientes de la tendencia de culpar a las víctimas y ofrece algunas explicaciones teóricas que refiero a continuación: 

a)       Hipótesis del Mundo Justo: Si crecemos creyendo en que el mundo es seguro y justo donde tenemos lo que merecemos, seguro la víctima se lo merece (The Canadian Resourse Center for Victims of Crime, 2009). Es como si las personas nos preguntáramos ¿Se salió de las reglas que garantizan la justicia?  Y así nos volvemos ciegos a la violencia que aplica el Estado u otras instituciones al cuestionar la legitimidad de la víctima.
b)      Error de Atribución: Según Kelly and Heider, poner el énfasis en las características personales de la víctima en vez de ponerla en el contexto en que ocurrió el crimen lleva a que pensemos que la víctima es parcialmente culpable (Óp. Cit.). Nos preguntamos ¿Era ella una mujer coqueta? En vez de ¿Cómo ocurrió?
c)       Teoría de la Invulnerabilidad: Quienes creen que las cosas malas no les pueden pasar a ellos, tenderán a buscar explicaciones de por qué a otros si le pueden pasar cosas malas (Ibid.). Nos preguntamos ¿Por qué se lo habrá merecido? Dando por hecho que si no se lo mereciera no habría ocurrido.

   Toda nuestra cultura lanza vergüenza a diestra y siniestra contra quienes evidencias fallos en el sistema social lo que termina descuidando a las víctimas y favoreciendo condiciones favorables para el abuso.

    Quizá además la vergüenza juegue otros roles en el abuso sexual ya que contribuye a una pobre educación sexual para hombres y mujeres; así como a que las familias estén llenas de secretos que por mantenerse secretos no se abordan y resuelven. A veces se manifiesta una conducta sexual riesgosa en alguien de la familia y se oculta el hecho dejando al que la ejerce sin alternativas para sanar su comportamiento sexual y social.

   Experiencias Referidas en Investigación con Mujeres que han Sufrido Abuso Sexual por Ellas Mismas en el trabajo que realicé: “Protocolo de Intervención Breve para la Restauración y Sanación de Trauma en Personas que han Sufrido Abuso Sexual

a)       Hipótesis: Aparece muy frecuente que la vergüenza originada en conservar le orden social está relacionado de alguna forma con el abuso sexual y la denegación del abuso sexual.

b)      Metodología: Para un trabajo relacionado con el tratamiento del trauma por abuso sexual que realicé para la maestría en Resolución de Conflictos y Mediación envié cuestionarios a pacientes y ex pacientes mías que sabía han sufrido algún abuso sexual y además se hizo un proceso de terapia breve con tres mujeres que no habían sido mis pacientes y que han sufrido abuso. De sus respuestas a cuestionarios y las entrevistas en sesión se recupera la información que refiero más adelante y que está en la tesis que realicé. 


c)       Experiencias:

                            Moon, es una mujer de 50 años casada y con hijos. Ella recuerda en terapia que pasó un tocamiento invasivo de un familiar cercano y adulto.

     En relación con el tema de la vergüenza reporta:

Recuerdo que tuve infección vaginal me tomaron muestra estaba asustada y veía a la enfermera regañar a mi mama, así que crecí pensando que yo hacía daño a los demás. Que siendo mujer provocaba a los hombres, trataba de taparme lo más posible, me caían muy mal las mujeres que podían mostrar su cuerpo, porque yo no podía. Me cuesta trabajo defender mi punto de vista. Pensaba que no podía tener amigos hombres pues creía que el cariño necesariamente iba ligado con el erotismo.

     Ella ahí reporta culpa de provocar el regaño de la enfermera y vergüenza de ser mujer. Ella reporta que lo que la ha ayudado a recuperarse es poder expresar lo que pasó sin reacciones de juicio y sobresalto y lo que ha dificultado la recuperación son terapeutas que descalifican su experiencia. Porque lo que ella quiere es poder creer que ella dice y hace es importante (Ávila, 2017).

       ii.                  Norma, es una maestra soltera sin hijos de 36 años. Ella recuerda a un pariente 9 años mayor que ella que esperaba que todos durmieran para abusar de ella siendo menor y eso de repetía de manera constante y luego un familiar de edad poco mayor a la ella también mantenía relaciones con ella.

    En relación con el tema de la vergüenza ella reporta:

    No pensaba en él, sólo sentía sus manos, su pene, me besaba y sentía incomodidad, después me fui acostumbrando y en algunas ocasiones era placentero para mí y me avergonzaba porque pensé que yo ya estaba cediendo a eso, aunque fuera malo para mí… (Años después sentía) Vergüenza al ver a mi pariente. Y me llega el pensamiento si él lo olvidó o qué pensará al verme, qué lo motivaría a hacerme lo que me hizo y con respecto a mi otro familiar... pues también si en algún momento se acuerda y siente vergüenza…     Creo que se despertó mi sexualidad muy temprano porque a veces sentía la necesidad de ser tocada y de sentir placer. Eso me causaba culpa y vergüenza. Yo decidí no hablarlo con mis papás ni con nadie que estuviera dentro de la familia.

   El tema sexual me parece uno tan evitado que los eventos se dieron repetidamente en absoluto silencio. La censura del tema sexo y sexo incestuoso como tabú y motivo de vergüenza es cómplice de que se dé una cadena de relaciones sexuales tóxicas protegidas por el silencio.

     iii.                 Graciela, estudiante de psicología de 20, soltera sin hijos. Fue abusada por un vecino de manera frecuente por besos y tocamientos desde que ella tenía 4 años y por 3 años más se mantuvo el abuso.

    En relación con la vergüenza ella reporta:

    De los 7 en adelante empecé a darme cuenta de lo que estaba pasando y de que no me sentía bien con las cosas que él hacía, aunque seguía sin hacer nada, los sentimientos que tenía habían cambiado, me sentía paralizada y con mucho asco cada que pasaba, en esas ocasiones perdía totalmente el control de mi cuerpo y tenía miedo de reclamarlo, no quería contarle a nadie, porque sabía que de ser así no me creerían, mi relación con mis padres no era comunicativa y había muchas fricciones por cuestiones académicas, así que yo optaba por guardar silencio y tratar de evitar encontrarlo, pero mi familia tenía mucha confianza en él y bastaba con que el mandara a buscarme a alguno de sus hijos, para que volviera a ocurrir el abuso… No siento que mi abuso haya afectado a las personas que me rodean, no se hizo nada después, solo se aceptó el hecho y se siguió como si no hubiera pasado.

    La relación distante de los padres con la hija, que no crea a confianza hace los temas desconocidos vergonzosos, la evitación del conflicto y la incomodidad de enfrentar ese tema en público lanzó el tema del abuso a un armario cerrado.

     iv.            Fabiola, pedagoga, 35 años, soltera, estuvo casada y tiene hijos. Fue tocada en un auto por su tío, la hermana de Fabiola estaba en el auto y también fue tocada al mismo tiempo.

    En relación con la vergüenza ella reporta:

Un día mi tío, el vecino, nos llevó al parque en su carro; abrió la puerta, mi hermana iba adelante, yo atrás, él les dijo que se bajaran a jugar y nos quedamos mi hermana y yo, no nos dejó bajarnos (hace una pausa, baja el volumen de su voz que normalmente es muy alto) y… no sé… Me acuerdo de que yo estaba parada entre los dos asientos, me empezó a tocar, me bajó los calzones y me empezó a tocar en mí vagina y recuerdo que yo veía que con otra mano tocaba a mi hermana y yo veía Y yo me moría de miedo recuerdo el miedo y me sorprendía ver lo que le hacía a mi hermana. Lo mismo, yo tenía su mano entre las piernas. Ya no recuerdo qué pasó y después. Llegamos a la casa y mi mamá se había cambiado el peinado, la vi y pensé esa no es mi mamá (risas). Nos íbamos a bañar, mi mamá siempre nos decía, no dejes que nadie te toque la colita y que si pasaba le dijéramos. Estábamos en la cama para bañarnos, estaba encuerada y mi mamá estaba en la puerta y yo le dije a mi hermana tenemos que decirle y mi mamá dijo ¿Qué me tiene que decir? Qué mi tío nos tocó. Entonces ella me preguntó cómo le hizo y yo le mostré, ese recuerdo lo tengo muy vivo (Se mete amabas manos entre las piernas… estaba sentada con mis dos piernas arriba de la cama y me veía. Nos metió a la bañera, dijo que no se tardaba y se tardó mucho. Estábamos mi hermana y yo, mi hermano estaba llorando así que mi hermana lo metió también a la bañera. El agua se enfrió, se hizo de noche, mi hermano lloraba, teníamos mucho frío. Mi mamá volvió y yo no dijo nada más de eso (…) Mi mamá nos hacía saludar de beso a mi tío en las reuniones(...). Yo tenía mucho miedo. Yo hace poco le dije a mi mamá que por qué nos hacía saludarlo, por qué no me dijo algo como que ya regañé a tu tío…(…) Ya tenía más de 22 años cuando ella nos dijo que se tardó porque fue a reclamarle, que se juntaron más familiares, que unos no le creían a mi tío que decía ser inocente y otros sí le creían (…) Que mi papá quiso sacar una pistola y lo calmaron…

    A la familia de Fabiola les tomo 19 años retomar el tema. Los temas sexuales no se hablaban en esa familia y el silencio era la respuesta común ante las crisis.

       v.            Zeli, estudiante, 18 años, soltera. Recibió abuso sexual por un primo menor de edad durante varios años. Estaba al cuidado de su padre durante el tiempo que se mantuvo el abuso. Fue hasta que ella un buen día dijo: ¡No más! Que lo habló con su madre y el abuso terminó. La familia es miembro activo de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.

    Con relación a la vergüenza ella reporta:


    Y ya no pude más porque dije, yo no me siento bien, yo necesito ayuda no puedo sola, necesito que me escuchen y fue cuando le dije a mi mamá. Y mi mamá siempre estuvo ahí apoyándome, ella es como mi ejemplo a seguir, es como mi hermana, pero lo que molestó mucho, fue que cuando la familia de mi papá se enteró, me dieron la espalda de una manera horrible porque durante todo el proceso ellos no estuvieron ahí. Ellos se olvidaron de mí como si yo no existiera y luego volvieron a aparecer como si no hubiera pasado nada[1] tratando de remediar las cosas. Y algo que sí me molestó mucho fue que me dijeron que había sido culpa mía[2] (…)  fue cuando estaba en las declaraciones en el juzgado y cuando me acusaron de haber sido la culpable. Dije para qué quiero vivir si no me creen ellos[3], mi mamá nunca supo que me pasó esa idea[4]. Es que ellos querían que me fuera misiones dos años, pero no quería y no me llamaba la atención volver a la iglesia de nuevo. Sé que ahí me bautizaron, pero no me interesa y prefiero dejar la religión a un lado. Mejor dedicarme al estudio, de nada sirve que alguien vaya a una iglesia y rece y saliendo sea otra persona. Prefiero no ir, mejor algo que me ayude y ellos quieren que vaya como si fuéramos una familia feliz y no lo es. (…) Es que ellos querían que me fuera misiones dos años, pero no quería y no me llamaba la atención volver a la iglesia de nuevo. Sé que ahí me bautizaron, pero no me interesa y prefiero dejar la religión a un lado. Mejor dedicarme al estudio, de nada sirve que alguien vaya a una iglesia y rece y saliendo sea otra persona. Prefiero no ir, mejor algo que me ayude y ellos quieren que vaya como si fuéramos una familia feliz y no lo es.

   El padre de la víctima y toda la familia del lado del padre se unieron para proteger al abusador de terminar detenido. El abusador pudo seguir con su vida, pero no recibió guía ni atención, por otro lado, sí recibió el mensaje de que puede salirse con la suya. Ante la Iglesia no se tuvo que asumir que la familia tenía problemas, solo que una niña está desorientada por su madre.

     vi.                  Tamara, profesionista, madre, casada, en proceso de separación. Un entrenador y guía personal recién separado, estableció una relación romántica y sexual a escondidas con ella cuando ella era una adolescente virgen. Cuando los padres de ella descubren la relación, él desaparece de la vida de ella cuando ella lo consideraba su pareja, su guía y su cómplice. La determinación de considerar esta relación abusiva es en la diferencia de poder y en la imposición del secreto a la menor.

    Con relación al tema vergüenza ella reporta:

    Estaba viviendo la secundaria en una escuela que sí nos hablaba de sexualidad, llevábamos libritos de educación sexual, éramos puras mujeres, era la adolescencia, empezar con la menarquia, dejar de ser niña, empezaban muchas inquietudes y las monjas nos decían que estaban mal eso. Si nos veían platicar con un niño nos decían que era malo (…). En mi casa no había comunicación con los papás, mi mamá evitaba esos temas, con papá no se abrían los espacios y no había nadie en la familia con quien hablar de esos temas. Por esas fechas entré a practicar artes marciales fue algo muy bueno, para empezar, me gustaba el deporte y me dejaba desfogar y convivir con personas del sexo opuesto y se generó una situación de mucho aprendizaje, de mucho autoconocimiento y pues sí el maestro me empezó a llamar la atención, era una figura de mucho… hablaba de motivación, autoestima, dar lo mejor, cosas así y también me invitó a ser recepcionista del instituto y eso se prestó a convivir más con él. Ahí con él pude encontrar quien escuchara mis inquietudes, lo que pasaba con mis amigas, lo que sentía por los niños ahhh, pude hablar muy abiertamente de todo, no daba muchas opiniones, pero sobre todo escuchaba y recuerdo que él estaba divorciándose de su pareja y me platicaba de lo que a él le pasaba. Había mucho tiempo libre y él tenía revistas para adultos en la recepción. Bueno de adultos como Men´s Health que tocan muchos temas de sexo de como complacer a la pareja y eso. No recuerdo que me haya dicho anda léelas, pero las dejaba ahí y ese tipo de lectura empezó a despertar una precocidad en querer, una curiosidad. (…) Y pues sí, él me empezó a invitar a salir en grupo y luego en las noches solos y de pronto de me empezó a mandar cartas de cariño, respeto, perfumadas. Mostraba que me quería que se interesaba en mí y me invitaba a faltar a la escuela para salir con él y sabía yo que no era correcto, pues sí yo decidí no dejar esa curiosidad. Una vez me llevó a una casa y puso una película, me empezó a acariciar, a tocar, a provocar y ahí fue donde ocurrió el primer contacto sexual y así hubo otros dos o tres hasta que mi mamá descubrió las cartas, que ya eran un montón. Se enteró de que tenía una relación con el maestro, ella habló conmigo, yo lo negué. Yo con ella… era justo cuando ella empezaba a darse tiempo para escucharme, se enteró de esto y abrió sus oídos y lo que hacía era explicarle que él me escucha, me da consejos, me apoya, yo lo defendía a él. Le decía que me sentía apoyada. Le ocultaba todo lo demás. Porque él sí me dijo… en algún momento me… bueno ya… Que no podíamos ser como novios, pero sí pareja entonces sí… sí cuando mis papás se enteraron me prohibieron ir a entrenar, quemaron todas las cartas. Me enteré de que mi papá fue a hablar con él. No creo que ellos sepan todo lo que pasó, yo lo encubrí, diciendo que solo era una persona preocupada por mí. Ya simplemente dejé de verlo y él dejó de buscarme y ya ahí quedó todo…

   El entrar en la etapa del desarrollo sexual sin guía y viendo el tema sexual como un tabú contribuyó a que se diera una relación abusiva sobre la que el abusador no tomó ninguna responsabilidad.  

Conclusiones Generales

    Cuando una cultura se sustenta en la el sometimiento de sus miembros a una forma de ser “adecuada” y nos educa a ser guardianes de esa adecuación, tendemos a vivir atemorizados de mostrar nuestra experiencia de la verdad en forma total cuando para no evidenciar nuestra inadecuación. Aprendemos a sentir vergüenza de parte de lo que somos y a ocultar esa parte de aquellos que juzgamos incapaces de comprendernos y capaces, en cambio de juzgarnos y humillarnos.

     Las familias e instituciones en las que ocurre abuso sexual reaccionan con vergüenza ya que supone que serán etiquetadas como familias o instituciones inadecuadas.

    A menudo los miembros ocultan el evento para parecer familias o instituciones en buen estado.

    La lealtad de los miembros de una familia los lleva a veces a cuidar a su familia de la vergüenza cargando secretos a solas. Se repite la idea de que las víctimas deben cargar con el secreto y actuar como si nada hubiera pasado.

    Culpar a las victimas es una forma de sacrifico humano para conservar la buena imagen de la familia.

     En una sociedad comprensiva, que abrace la diferencia, las experiencias únicas, los eventos que pasan como eventos que pasan no tendría que ocultar nada por vergüenza. Siendo una cultura de juicio, de critica de señalamiento creamos condiciones favorables para el abuso sexual y quizá muchas otras formas de abuso.

   Una manera de cuidar a los miembros de nuestra comunidad es siendo personas, familias, grupos, instituciones que escuchan y comprenden antes de reaccionar, juzgar o saltar a conclusiones. 

    Una comunidad con canales de comunicación abiertos es menos permeable al abuso.  

Bibliografía

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Cacho, L. (2006). Los Demonios del Edén. México: Debolsillo.
Cervera, C. (14 de Septiembre de 2015). Lilith, la demoniaca primera mujer que abandonó a Adán según la tradición judía. Obtenido de ABC.ES Cultura: http://www.abc.es/cultura/20150914/abci-lilit-mujer-adan-tradicion-201509132022.html
Echeverría, R. (1994). Ontología del Lenguaje. Santiago de Chile: Ediciones Gránica.
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[1] Supongo que el elemento “denegación” es parte del sistema familiar que se oculta de la verdad motivados por la vergüenza.
[2] Aparece el elemento “culpar a la víctima”.
[3] Denegación.
[4] Oculta información a la madre ¿Vergüenza? 


CARLOS ÁVILA PIZZUTO

Psicólogo y Maestro en Resolución de Conflictos

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