UN DIOS DE CARNE Y HUESO 7º Cuento de Solidona
Por Carlos Ávila Pizzuto
(VIENE DE CUENTO DE SOLIDONA 6)
(CONOCE EL PRIMER CUENTO DE SOLIDONA)
Solidona el canal de la original del mismo nombre en esta ocasión se ve profundamente acongojado. Su esposa se sentó entre la audiencia y se podía ver que había lágrimas en sus ojos. Pero eso no detuvo al maestro de hacer su trabajo y regalarnos algo de la historia de todo lo que ha sido como hace cada vez que toma su catedra.
Saludos, les habla Solidona, quien canaliza a la original del mismo nombre.
Ordin nunca se había hecho en el amor y aunque oraba La Sagrada Oración de la Restricción Absoluta, en momentos de cansancio, se manifestaban ante él poderosas imágenes sin duda prohibidas.
A continuación enuncio algunas de las imágenes que sorprendieron a Ordin:
Una potente luz acompañada de música envolvió su Divino Ser y una voz le gritaba con fuerza que no hay salida de Nada, que Nada está en todas partes.
Ordin luchaba con la imagen gritando: “Restricción Absoluta permíteme recordar las perfectas leyes de Ordin ahora que la oscuridad quiere tomar fuerza alejándome de la posibilidad de seguir eternamente siendo Ser.”
Él no comprendía la naturaleza de la imagen, sabía que debía vencerla para poder olvidar la tentación que representa y deseó poder arrancar de Si la capacidad de escuchar y ver. Deseaba dividirse en fragmentos destructibles para conservar sólo la esencia del Ser sin la contaminación que lo de afuera provocaba en su Divina Existencia.
Sin embargo esa no fue la única imagen, la otra, la más terrible, fue una clara sensación de estar enredado en el Ser de Solidona haciéndose en el amor. Torbellinos de energía, ausencias temporales de ansiedad, renovación intensa de la ansiedad, desacomodo del orden conocido, miedo al gran monstruo que vio su padre y que teme conocer, horror a no ser, miedo a perder su Ser… ¡Placer! ¡Vida! ¡Muerte! ¡Miedo a morir por Nada!
Él trataba de gritar: “Restricción Absoluta recuérdame de lo virtuoso que es mantener un amplio espacio entre mi Ser y el de otro para cuidarme de caer en el riesgo de olvidar el enorme valor de la perfecta ley de Ordin.”
Pero su voz se corta y de pronto siente una gran explosión en su Ser.
¡Células!
Como si de su centro surgiera materia viva que fuera llenado la cuerda que lo formaba. Materia viva que le daba volumen y textura.
¡La vida lo llamó!
Ya nada es igual para él, su existencia se vuelve extensa y corporal. Ordin se hizo a sí mismo un dios de carne y hueso.
¡El instinto lo jaló! No lo culpemos, el instinto es poderoso, el instinto busca la vida.
El nuevo cuerpo de Odin está lleno de deseos. Por primera vez pudo sentir la intensidad de la pulsión vital. Ordin es desde ese entonces un dios vivo. Él, desde ese momento, pudo experimentar el impulso por gozar y el terror de la Nada en una ambivalencia insoportable.
Una idea de ser absolutamente restringido y un impuso por devorar instantes.
Ambivalencia en doloroso conflicto que sólo logro resolver separando su alma del cuerpo, creando así la dualidad. Dualidad que conoces y que conozco.
Hermanos, gracias por escucharme, vivan su existencia dignamente.
Por Carlos Ávila Pizzuto
(VIENE DE CUENTO DE SOLIDONA 6)
(CONOCE EL PRIMER CUENTO DE SOLIDONA)
Solidona el canal de la original del mismo nombre en esta ocasión se ve profundamente acongojado. Su esposa se sentó entre la audiencia y se podía ver que había lágrimas en sus ojos. Pero eso no detuvo al maestro de hacer su trabajo y regalarnos algo de la historia de todo lo que ha sido como hace cada vez que toma su catedra.
Saludos, les habla Solidona, quien canaliza a la original del mismo nombre.
Ordin nunca se había hecho en el amor y aunque oraba La Sagrada Oración de la Restricción Absoluta, en momentos de cansancio, se manifestaban ante él poderosas imágenes sin duda prohibidas.
A continuación enuncio algunas de las imágenes que sorprendieron a Ordin:
Una potente luz acompañada de música envolvió su Divino Ser y una voz le gritaba con fuerza que no hay salida de Nada, que Nada está en todas partes.
Ordin luchaba con la imagen gritando: “Restricción Absoluta permíteme recordar las perfectas leyes de Ordin ahora que la oscuridad quiere tomar fuerza alejándome de la posibilidad de seguir eternamente siendo Ser.”
Él no comprendía la naturaleza de la imagen, sabía que debía vencerla para poder olvidar la tentación que representa y deseó poder arrancar de Si la capacidad de escuchar y ver. Deseaba dividirse en fragmentos destructibles para conservar sólo la esencia del Ser sin la contaminación que lo de afuera provocaba en su Divina Existencia.
Sin embargo esa no fue la única imagen, la otra, la más terrible, fue una clara sensación de estar enredado en el Ser de Solidona haciéndose en el amor. Torbellinos de energía, ausencias temporales de ansiedad, renovación intensa de la ansiedad, desacomodo del orden conocido, miedo al gran monstruo que vio su padre y que teme conocer, horror a no ser, miedo a perder su Ser… ¡Placer! ¡Vida! ¡Muerte! ¡Miedo a morir por Nada!
Él trataba de gritar: “Restricción Absoluta recuérdame de lo virtuoso que es mantener un amplio espacio entre mi Ser y el de otro para cuidarme de caer en el riesgo de olvidar el enorme valor de la perfecta ley de Ordin.”
Pero su voz se corta y de pronto siente una gran explosión en su Ser.
¡Células!
Como si de su centro surgiera materia viva que fuera llenado la cuerda que lo formaba. Materia viva que le daba volumen y textura.
¡La vida lo llamó!
Ya nada es igual para él, su existencia se vuelve extensa y corporal. Ordin se hizo a sí mismo un dios de carne y hueso.
¡El instinto lo jaló! No lo culpemos, el instinto es poderoso, el instinto busca la vida.
El nuevo cuerpo de Odin está lleno de deseos. Por primera vez pudo sentir la intensidad de la pulsión vital. Ordin es desde ese entonces un dios vivo. Él, desde ese momento, pudo experimentar el impulso por gozar y el terror de la Nada en una ambivalencia insoportable.
Una idea de ser absolutamente restringido y un impuso por devorar instantes.
Ambivalencia en doloroso conflicto que sólo logro resolver separando su alma del cuerpo, creando así la dualidad. Dualidad que conoces y que conozco.
Hermanos, gracias por escucharme, vivan su existencia dignamente.
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