Mujeres Acosadas, Hombres Perdidos.
LP CARLOS ÁVILA PIZZUTO
Hoy leí
un escrito muy bueno de Hanna Brooks Olsen titulado: "Why We Smile at Men Who Sexually Harass Us" (Porque le Sonreímos a los Hombres que nos
Acosan Sexualmente) y lo que leí me deja pensando muchas cosas. Ella cuenta que
mientras esperaba un autobús con su novio, un "sin hogar" borracho, le
estuvo diciendo cosas sobre su cuerpo, insinuaciones sexuales, etc. Ella
respondía cordialmente y dice que eso no le resultaba difícil ya que tiene años
de entrenamiento en lidiar con el acoso y sabe, después de muchas experiencias,
que es más seguro sonreír que ser agresiva o descortés. Lo que le resultaba difícil
era que su novio le repitiera una y otra vez que no lo alentara, que lo
ignorara. Lo que le dolía era la presuposición del novio de que ella provocaba
por ser, por existir.
Muchos años atrás le pregunté a mi ahora esposa que por qué
le molestaba tanto que la "piropearan" (acosaran) en la calle, porque
no lo veía como un halago. Yo había escuchado a algunas mujeres decir que
cuando se les caía la confianza en sí mismas, salían a ver si alguien las
piropeaba y yo no entendía porque tanto asco y repugnancia. A ella le parecía
tan obvio que eso era un acto asqueroso y repugnante. Mi duda era genuina, no
entendía. Necesité preguntar y ahora creo que debo seguir preguntando para conocer y entender.
Tomada de la campaña Sílbale a tu Madre |
Hanna Brooks Olsen dice en su nota que los hombres que se
dicen sensibles y respetuosos de la mujer no son capaces de responder al acoso
que sufre su pareja u otra mujer, se congelan. Al leer eso, me proyecté a estar
en una situación en la que sea testigo de un acoso y mi imaginación no tiene
respuestas apropiadas, no sabría qué hacer. Recordé videos de eventos de acoso
a una mujer donde los testigos se quedan sin reaccionar y cómo las personas
comentan esos videos con juicios duros a la falta de reacción. Dicen: "Por
eso estamos así por insensibles, por egoístas." "Los machos se protegen.”
“A lo mejor ella se lo ganó.", etc. El odio se expresa con mucha libertad
en el internet, pero no nos permitimos comprender qué hay detrás.
Tengo muchas preguntas:
¿Qué motiva a los hombres a acosar a las mujeres en la
calle?, ¿cómo es que creen (y como dije antes creemos) que ellas se
deben sentir halagadas?, ¿cómo es que es motivo de rabia en algunos que una
mujer no acepte invasiones a su intimidad, a su integridad, a su dignidad y a
su cuerpo?,¿cómo llegamos pensar que poseer una mujer es un derecho?,¿es pereza
por aprender a relacionarnos con otra persona y preferimos una cosa que sea
nuestra a una persona?, ¿cómo nos volvimos tan perezosos?, ¿cómo es que
opinamos sobre cómo debe reaccionar una mujer ante el acoso sin haberlo vivido
en la mismo forma nunca?, ¿cómo llegamos a creer que es mejor ignorar el
acoso?
Y son más las preguntas, muchas más.
Hoy caminé y usé el transporte público. Mientras caminaba
y viajaba en el autobús, me di cuenta de que muchas mujeres se movilizan de
solas por la ciudad. Me pregunté sobre, ¿cuántas veces en un día escuchan un
comentario que sexualisa su cuerpo?, ¿cuántas veces en la vida las han tocado o
les han acercado el pene? Si las han amenazado, si las han violado, si las han hecho
sentir indefensas al bloquearles el paso... ¿Cómo sería yo si tuviera que
seguir mi andar ignorando o fingiendo sentirme halagado para salir a salvo? Y
¿Cómo sería si después de tragarme la molestia me dijeran hombres y mujeres que
ignorar o sonreír es provocar?
Pero no solo es en la calle, en redes sociales, en el
trabajo, en la familia, con la pareja... ¿Cómo llegamos los hombres a ser tan
intensos?
Creo que es porque estamos muy perdidos, no sabemos amar
mujeres y casi no sabemos nada sobre cómo vivir nuestro instinto sexual. No
sólo no nos enseñaron nada sobre anatomía, hormonas, deseos, funciones
reproductivas, etc. Quizá porque se limitó la clase de educación sexual a cómo
evitar el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual. No tuvimos acceso
a información como esta: Video de educación sexual
"Newton". Y mucho menos tuvimos modelos de cómo
relacionarnos con mujeres y parejas desde el amor y el respeto. Se nos enseñó a
temer al sentimiento, propio y de la otra persona, a temer por nuestros
intereses económicos o por nuestra imagen al elegir pareja. Se nos enseñó que
había mujeres para casarse y mujeres para jugar. A diferenciarlas, a menudo,
por clase social y profesión. Se nos enseñó explícitamente que las mujeres que
disfrutan su vida sexual son putas y que las putas andan solas en la calle,
dejan ver su figura, son independientes y siempre quieren tener relaciones
sexuales. Se nos enseñó que cuando una mujer no es guapa y de buenas formas,
debe estar agradecida de ser acosada. Esa educación no fue exclusiva para
hombres, las mujeres también la recibieron y siempre están dudando de cómo
serán clasificadas. El cine y las telenovelas nos enseñaron modelos de amor
ridículos, huecos y ambivalentes.
No sabemos mucho de cómo amar. Y desde esa ignorancia hemos
arruinado en mucho nuestra vida sexual, nuestras relaciones sociales y hemos
creado un ambiente de guerra entre hombres y mujeres, donde los hombres
encuentran aliadas en algunas mujeres y las mujeres aliados en algunos hombres,
pero la guerra es sin cuartel y permanente.
Ahora está de moda decir que no está bien quejarse, se dice
que debemos hacer propuestas no solo evidenciar. pero evidenciar es un paso
necesario antes de poder cambiar algo. El que señala el problema inicia el
proceso de tratar de resolverlo. Aun así voy a compartir algo, quizá a modo de
propuesta. Algo que le no es mío, se lo robo a Haruki Murakami de su novela "Sputnik,
Mi Amor."
Un personaje de la novela se topa con la oportunidad del
sexo casual con una bella mujer, el encuentro no sale tan bien y ella le
pregunta:
-¿Sabes conducir? Le respondí que sí. -¿Y qué tal se te da?¿Conduces bien? -No demasiado. Acabo de sacar mi carnet. Lo normal supongo. Ella sonrió. -Como yo. A mí me parece que soy bastante buena conduciendo, pero nadie me lo dice. Así que supongo que no lo hago ni bien ni mal. Pero debes conocer a varias personas que realmente conduzcan bien, ¿verdad? -Sí -Y a otras que, por el contrario, no lo hagan tan bien. Asentí. (…) -Hasta cierto punto debe ser innato. Quizá pueda hablarse incluso de talento. Los hay muy hábiles, los hay muy torpes. Pero al mismo tiempo los hay muy prudentes y los hay que apenas lo son, ¿verdad? -Asentí de nuevo. -A ver, ¿qué te parece? Supón que tienes que hacer un largo viaje en coche con una persona. Con alguien con quien tienes que conducir por turno. En ese caso, ¿a cuál de los dos elegirías? A alguien que condujera bien pero que fuera imprudente, o a alguien que no fuera tan buena pero que fuese prudente. -Al segundo tipo -respondí. -Igual que yo -dijo-. Y creo que todo es bastante parecido. Ser bueno o malo, ser hábil o torpe: en realidad, no importa. Lo único importante es prestar atención. Estoy convencida. Serenarse y aguzar el oído.
Creo que si partimos de reconocer que como hombres
estamos muy perdidos en cómo amar a las mujeres y en cómo gozar de nuestra
sexualidad. Hace falta que dejemos de actuar como si fuéramos pilotos de Fórmula
1 y aprendamos a amar como aprenden los niños, sintiendo serenamente, haciendo
con atención y aguzando el oído para no quemarlo, no pegarlo y no batirlo.
Necesitaremos de las mujeres
para aprender y ellas de nosotros, que no sea la teoría la que nos diga qué nos
falta o qué nos sobra, que sea nuestra atención respetuosa a la experiencia de
estar con otros y otras en el mundo, lo que nos guíe.
Por último me gustaría invitarte a que me compartas experiencias en las que como mujer te sentiste ofendida por el trato de un hombre y en las que como hombre te sentiste muy torpe para lidiar con con una situación de acoso de otra persona con una mujer o muy torpe para acercarte a una mujer o posible pareja sexual sin acosar. Me gustaría mucho conocer tu historia y preparar otra entrada al blog con sus experiencias de manera anónima si así lo prefieren. Pueden comentar aquí o enviarlo a carlosavilap@hotmail.com
ENTRADA INSPIRADA EN SUS HISTORIAS: CARTA DE UNA HIJA A SU POBRE PADRE
SI TE GUSTA COMPARTE
ANEXOS:
ANEXO 1
COMENTARIOS QUE LLEGAN POR OTROS MEDIOS EN REACCIÓN A ESTA ENTRADA:
ANEXO 4
Mujeres Acosadas
Hombres Perdidos – Anónimo
pues empiezo, hay
ocasiones que me gusta escuchar piropos, claro los tomo de quien vienen, me
gustan esos en los que dicen "bonita, que guapa, que lindos ojos"
hasta ahí, cuando llevan ese "tono" morboso o el tssss! o ya van
medio sexosos me desagrada, porque me gusta escuchar cuando alguien ve algo
lindo de mí, pero no me gusta cuando el tono es sexual, no sé si me explico,
algunas veces he contestado enojada y otras hago como que sonrío porque estoy
de acuerdo en que a veces es mejor no meterse en broncas y seguir el camino,
aunque últimamente prefiero ignorarlos, y bueno tampoco me los dicen ya mucho
jaja. Mientras leía el texto, me acordé de varias situaciones, una de ellas fue
que de un "estas bien guapa" pasó a un beso forzado en el que al
final me sentí la más pendeja del mundo, no pude decir que no, y ya no sabía
cómo esconderme del tipo y aun estando cerca mi papá no tuve el valor de pedir
ayuda. Muchas cosas de lo que leo me cuadran mucho tanto en lo que dices de los
hombres: "Se nos enseñó explícitamente que las mujeres que disfrutan su
vida sexual son putas y que las putas andan solas en la calle, dejan ver su
figura, son independientes y siempre quieren tener relaciones sexuales. Se nos
enseñó que cuando una mujer no es guapa y de buenas formas, debe estar
agradecida de ser acosada. Esa educación no fue exclusiva para hombres, las
mujeres también la recibieron y siempre están dudando de cómo serán
clasificadas" muchas veces la creencia de aceptar un piropo es "de
algo a nada" y que va de la mano con la carencia del aprecio personal o
autoestima, si nadie me lo ha dicho acepto que un cualquiera lo diga y me hace
sentir bella y deseada, (es mi opinión), hay mujeres que les gusta ser
seducidas y hacen lo necesario para recibir piropos y que se les lancen, unas
con escotes, otras con actitudes. por otro lado, también me causa malestar, la
verdad es que no encuentro aún la palabra, con el hecho de que algunos hombres
no actúen cuando ven el acoso. una vez (y otra vez estando mi papá presente) en
una fiesta, llegaron todos mis amigos, yo era muy "unida" a ellos,
era la única mujer del grupo, y al parecer era muy apreciada entre ellos, pero
después de un rato de fiesta, llegó uno de mis mejores amigos con un invitado,
ya tomado empezó a decir un sin fin de cosas muy groseras sobre mí, yo en ese
momento no escuche, pero todos mis demás amigos escucharon, y el caso fue que
le estaba contando a mi papá, le decía cosas como su hija está bien buena, se
ve que le gusta andar de loca, esa vieja no sé qué, y mi papá ahí sentado con
él, escuchando y ya por el alcohol quiero pensar yo veía que estaba sonriendo,
o le estaba dando el avión, yo todavía no estaba enterada de lo que estaban
hablando, todos mis amigos también estaban escuchando lo que el tipo (que ni me
conocía) decía de mí, todos se reían de la situación, hasta que uno de ellos me
dijo riéndose, me enojé, se la hice de pedo y los corrí y lo más indignante de
todo es que mi papá se fue a dormir, mis amigos todavía me dijeron no es para
tanto, y el que invitó al nefasto me decía mientras se reía ya wey no pasa
nada. En ese momento aún no veía las cosas como ahora, porque dejé pasar el
hecho como una anécdota para contar, y todos reíamos. Hasta unos años después
que me di cuenta "y ellos por qué no me defendieron" por qué mi papá
no dijo nada?" por qué me tuve que tragar todo por el simple hecho de que
somos amigos y no pasa nada?" y cuando volvimos a hablar de ese día con
todo y mi coraje les reclamé y me di cuenta de todas las veces que mis amigos
me trataron no como una mujer, si no como un chico más dentro del grupo, y me
doy cuenta que yo no veía lo que yo quería: ser tratada como una mujer, con
respeto, y tampoco sabía cómo pedirlo, y ahora veo mi necesidad de aceptación,
de pertenencia, de destacar, de sentirme apreciada, vista, y falsamente
respetada por ser la chava que se junta con los hombres que en ese entonces
tenía. Cosas del destino, que precisamente hoy y sin que éste sea el tema que
iba masticando venia meditando en el carro: "¿por qué sonreír a las
pendejadas de algo que simplemente no te agrada con tal de agradar a la gente?
¡¡si no te gusta no te gusta y ni modo!!”. A las mujeres nos da miedo pedir,
nos da miedo empoderarnos, porque también nos han enseñado que eso es de
hombres.
ANEXO 5
ANEXO 7
Estudiantes se burlan de mujer por manifestarse UASLP
ANEXO 8
Daphne y los Porkys en Veracruz
ANEXO 9
#NoEsNormal
ANEXO 10
Julión Álvarez dice: “¿Qué será? Me he enamorado muchas veces, pero lo que me gusta es que sean muy damitas. Estoy educado a la antigüita, me agrada que les guste agarrar un trapeador, porque puede estar hermosa y ser buena para lo que sea, pero si no tiene ese detalle, pues para mí no sirve”
ANEXO 11
#MiPrimerAcoso Historias de #MiPrimerAcoso
ANEXO 6
ANEXO 7
Estudiantes se burlan de mujer por manifestarse UASLP
ANEXO 8
Daphne y los Porkys en Veracruz
ANEXO 9
#NoEsNormal
ANEXO 10
Julión Álvarez dice: “¿Qué será? Me he enamorado muchas veces, pero lo que me gusta es que sean muy damitas. Estoy educado a la antigüita, me agrada que les guste agarrar un trapeador, porque puede estar hermosa y ser buena para lo que sea, pero si no tiene ese detalle, pues para mí no sirve”
ANEXO 11
#MiPrimerAcoso Historias de #MiPrimerAcoso
Comentarios
Liz Nava, 45 años
Recuerdo muy bien la emoción que me daba salir esa noche de antro. Eran de mis primeras salidas de niña grande. Afuera del lugar estaba la conocida cadena, donde todos los chavitos nos amontonábamos para rogar nuestra entrada. No me importaban los apretujones, mientras tuviera la oportunidad de vivir esta nueva experiencia. En la espera por entrar, rodeada de muchas personas, sentí la presencia de un hombre adulto, no era otro chavito más. Si bien mi atención no estaba en él, algo no me agradaba de lo que percibía. Tarde unos minutos en entender, que tenía su pene firme embarrado y presionando constantemente sobre mi espalda y nalgas. Como podía... intentaba moverme, y él me seguía con su cuerpo. Volteaba atrás y no veía a nadie empujándolo a él... él sí tenía espacio para moverse, no tenía sentido que su cuerpo estuviera tan cerca del mío. Llorando, le pedía a mi amiga que nos moviéramos, pero no se podía, no lo suficiente, había demasiada gente a los lados y al frente. Estaba petrificada, lo entendía, pero no lo entendía.
Entonces no me atreví a gritarle en la cara que se quitara... Hoy, ya no me cayó ni tantito, cada vez que paso por la calle y me "piropean", les grito de regreso lo desagradables que son y los miro fijamente con ojos llenos de furia y desprecio. La gran mayoría baja la mirada, otros solo rien queriendo demostrarme su "gran hombría".
Naidel Ardila, 31 años
Gabriela Chávez, 34 años
*Gracias por lo que haces :)